<$BlogRSDUrl$>

sábado, junio 21, 2003

Mujer, madre, mujer

Siempre he notado que para los hijos es duro pensar en su madre como en una mujer, esto es, pensar que además de darles la vida, esa persona también tiene la suya propia, con las querencias, deseos, aspiraciones y rollos emocionales.

La primera cosa que la gente se niega a pensar es que su madre pueda tener sexo. “No, la mía no, esa mujer es una santa, sólo lo hizo para engendrarme, después de ahí NADA”. Hablemos: la actividad sexual es realizada por ambos géneros, o sea, las mujeres también lo hacemos y lo disfrutamos. Negar eso es asumir que sólo hay hombres homosexuales y prostitutas, y que a los niños los trae la cigüeña de París (y a los de París, ¿de dónde los trae?). Sépanlo: nuestras madres, de la edad que sean, hacen el amor. Bendito sea el cielo. ¿Cómo negarles una parte importante de la vida de cualquier ser humano sólo por nuestros prejuicios? Además, no veo por qué haya que sentir que una mujer es mala por tener intimidad. Si piensas que es santa lo haces por su forma de ser, y esa no cambiará por lo que haga en la intimidad de su habitación, con su pareja.

Claro, y es que ahí llega el segundo asunto: después de tener un hijo (y más aun si sobrepasan los 35 años) las mujeres son célibes. No hay nada oficial sobre este punto, pero sospecho que mucha gente piensa eso. Es como si el sexo fuera un territorio reservado para la loca juventud, lo demás es pura espiritualidad propia de la edad adulta. ¡No señor!

Creo haber comentado que asisto a un taller narratológico. Pues bien, mis compañeras son puras mujeres. La menor de nosotras tiene 25 años, la mayor no lo sé, pero ronda los 40, y son madre e hija. También hay una mujer impresionante, bella, de unos 40 años, con dos hijas hermosas, una de las cuales está en la universidad. Mis amigas cuarentonas (que no se tome despectivamente el término, es que en verdad tienen esa edad) tienen conquistas, son hermosas, exudan una sexualidad increíble (de esas que los hombres con sólo oler se ruborizan interiormente), y tienen sus maridos o sus novios, con quienes se toman de la mano y se dan besitos, y sí, hacen el amor.

Pero no sólo se dedican a eso: tienen una vida profesional, llevan una casa, sufren de síndrome pre-menstrual, se mantienen en forma, van a fiestas, echan chistes, hacen una despedidas de solteras muy divertidas (quien no ha tenido una organizada por mujeres como estas, se ha perdido la mitad de la diversión que se puede tener), estudian, cuadran cuentas, viajan. Y muchas son mamás.

Mi madre tiene casi 60 años. No se le nota. Es una mujer alegre, vital, algo alocada, dinámica y muy feliz. Siempre anda inventado algo. Conozco muchachas de 20 que ya quisieran tener su energía. Mi hermana mayor tiene 39. Tampoco se le ven ni por el costado. Hace poco saqué la cuenta y casi le pego cuando noté su edad. Y las dos tienen una vida plena. Mi madre hasta tiene novio y vive con él. Tienen vida propia que no está determinada por sus hijos solamente. Y son excelentes madres.

No hay que perder de vista que antes de tener 40, 50, 60 años, nuestras madres tuvieron 15, 20, 25 años también. El muchacho que fuma marihuana a los 15 y cree que su mamá no sabe lo que es una droga es un completo pelado. Las haya consumido o no, las mamás pasaron por momentos donde sexo, drogas, rock&roll, alcohol, cigarrillos, chuletas para exámenes, hurtos en tiendas, escapadas del colegio (sí, las famosas “jubiladas”), mentiras y locuras fueron parte de su vida. Saben cómo se ve una persona que miente, o una que fuma a escondidas en su cuarto, o una que está haciendo una chuleta. Saben que el olor raro en la ropa, los ojos rojos y las bolsitas de orégano escondidas son mafafa. Eh, y también saben lo que es un preservativo. Antes de ser madres y mucho después de ello, son mujeres.



Tal para cual

Cuando una persona se muda de la casa de sus padres, ya sea porque se casa, decide irse a vivir con amigos o decide independizarse y mudarse solo, normalmente está corto de dinero. Lo que tiene lo usa para cosas esenciales como la cama, lencería, alguna cacerola y, por supuesto, pagar la vivienda.

Yo que siempre disfruté de una cocina bien equipada, con cantidad de utensilios y perolitos, me preguntaba cómo podría sobrevivir con una espumadera, un colador y una sola olla. Si bien yo sabía cocinar, había aprendido utilizando todos esos instrumentos, y la sola idea de no tenerlos me daba miedo, pues estaba segura de que la comida nunca quedaría igual.

Fue por eso que, con sólo 19 años, decidí empezar a comprar artículos del hogar. Como no había apuro, podría comprarme una cosa a la vez, incluso aquellas caras que ningún recién mudado tiene. Aproveché ofertas de todo tipo y llené mi closet de vasos, tazas, licuadoras, ollas, espátulas y cuánto chiche veía divertido en una tienda del hogar.

No niego que mi manía sorprendía a la gente, pero la explicación les parecía lógica, aunque yo les siguiera pareciendo una loca. A muchos se les hizo fácil resolver mis regalos de cumpleaños, Navidad y Reyes, porque mientras con cualquier otra joven debían partirse el coco buscando regalo, a mí me resolvían con un extractor de jugos.

El tema de los corotos guardados en el closet era un poco difícil de tratar con los novios. ¿Cómo les podría explicar que lo almacenaba esas cosas ante la posibilidad de irme a vivir en otra parte? ¿Cómo hacía para hacerles entender que no se trataba de una loca que buscaba marido, sino de una chica que se preparaba para la vida que, inexorablemente, viviría en breve? Yo no compré ni uno de mis perolitos pensando en casarme, de hecho los compré pensando en vivir sola, en darme el gusto de tener mi casa llena de las cosas que me gustan. Tengo hasta una taza que al levantarla de la mesa toca una cancioncita de Looney Toones y una tenaza especial para agarrar las aceitunas.

Cuando conocí al que hoy es mi esposo, decidí contárselo pronto. No quería cargar con un closet lleno de secretos, ni esperar a que las cosas se enseriaran más para revelarle que yo tenía un apartamento metido en mis repisas. De haberlo hecho le hubiese dado razones para sospechar que sólo buscaba “engancharlo”.

Extrañamente, lejos de asustarse, me pidió ver aquellas cosas. Desde el minuto en que nos vimos, ambos sabíamos que queríamos estar juntos. Cuando conoció mis cositas, todas, se quedó sorprendido porque no hubo una que no le gustara. De hecho se sorprendió por no haber tenido esa idea él mismo.

Sobra decir que mi casa está llena de cosas, y que nunca nos hemos preocupado por la falta de utensilios. Nuestro presupuesto rindió mucho más que el de la mayoría de los recién casados y no extrañamos lo que dejamos atrás, en casa de nuestras madres, pues con lo que tenemos nunca hemos pasado trabajo.

En estos días, mientras paseábamos por una farmacia, mi esposo comenzó a ver tetinas, chupones y algunas otras cosas para bebés. Yo no me di cuenta hasta que tomó una caja de biberones Avent y me dijo: mira, un kit para recién nacidos, ¡y está en oferta! ¿Lo compramos?

Esas son las pequeñas cosas que cada día me convencen de que somos tal para cual. En breve, nuestro closet estará lleno de teteros, baberos, chupones y vasitos anti-cólicos. Y no serán para usarlos pronto, seguro, ni me da miedo ver a mi esposo revisando cosas de niños, pues sé que no me está obligando a extender la familia. Sólo se prepara. Yo lo entiendo tanto como él me entendió a mí la vez que le mostré mi closet. Somos tal para cual.



viernes, junio 20, 2003

No me hace falta saber

Hasta hace muy poco, mi rutina diaria empezaba por leer los diarios nacionales en línea. Necesitaba enterarme de lo que estaba pasando en mi país, en el mundo, pero sobre todas las cosas, necesitaba saber los chismes políticos que revelaban los periodistas más destacados del país.

Después de que mis periódicos favoritos decidieron cobrar por el acceso a sus contenidos, abandoné su lectura. Sólo me queda una fuente de información, además de los noticieros televisivos, y poco a poco dejé de estar al día con las “locuras” de nuestros políticos oficialistas y opositores. Ahora sólo visito los sitios informativos cuando debo salir a la calle, y sólo lo hago para investigar si será seguro pasar por ciertas zonas de la ciudad.

Descubrí que no me hace falta saber nada de lo que dicen. No es que no me importe el país, pero ninguna de las predicciones de los analistas, brujos, astrólogos, ni ninguno de los chismes de los periodistas se han hecho realidad. Me cansé de visitar los foros políticos en la red, me cansé de ver los programas que prometen poner “al desnudo” el corazón de las fuerzas armadas nacionales (sí, en minúscula), me harté de escuchar que un grupo de militares prepara un golpe de Estado para este viernes. Sencillamente estoy fatigada.

Así pues, declaro que no me pienso preocupar por esas cosas, los rumores no llevan sino al caos, a la desinformación, y por su carácter clandestino, es difícil adivinar si son estrategias del gobierno para volvernos locos o si son fugas de información fidedigna.

Si va a pasar algo, que pase, pero yo no necesito saber. Nada puedo hacer ni para detenerlo ni para impulsarlo.



Desde la ventana

Me encanta ver por la ventana mientras llueve. Me gustan, sobre todo, las lluvias fuertes y con carácter, esas que inundan el ambiente con olor a tierra mojada o a grama recién cortada. Me gusta, por enfermo que parezca, ver a la gente correr para refugiarse de las gotas que los golpean sin piedad. Quizá esto se deba a que también me gusta correr bajo la lluvia.

En los últimos días ha llvido mucho, pero casi siempre de noche. Con lo oscura que es la calle donde vivo, no tiene mucha gracia ver llover, así que no me asomo por la ventana, sólo enfoco un faro de la calle para ver en el minúsculo circulo de luz que emana las gotas regordetas precipitándose al suelo.

Esta tarde, a pesar de que no llovía, me posé en la ventana, como si fuera un pajarito que llega volando y se detiene para observar el mundo con su ojito. Tengo la impresión de que los pajaritos sólo ven con un ojito, el otro supongo que es para darle equilibrio a su cara, o quizá para usarlo intermitentemente, cuando el ojito oficial se canse.

Cuando vivía con mi madre, había un edificio cuyas ventanas quedaban muy cerca de nuestro balcón. Era algo interesante, pero más que todo por la posibilidad casi negada de ver la cotidianidad de los vecinos a través de un huequito. Esa posibilidad estaba negada por el sólo hecho de que la única ventana que podía enfocarse con precisión estaba cubierta con una gruesa cortina oscura, por lo que ni siquiera podían adivinarse las formas.

Años más tarde, la familia de la cortina oscura se fue de ese apartamento, llevándose consigo su telón. La función empezaba, aun sin que nosotros lo sospecháramos. La nueva familia era escandalosa pero pequeña. Siempre tenían invitados, a los que podíamos ver a través de la ventana desnuda, tomándose un trago en la sala mientras la mujer cocinaba alguna cosita (a través de la ventana de la cocina se veía la cantidad de latas que abría) que luego aparecía entre la gente sobre una bandeja.

Un día la pareja se peleó. Parece que se amanazaron y se lanzaron cosas, pero yo no entendí mucho porque peleaban de madrugada y yo estaba muy dormida todavía. En aquel entonces yo no sufría de insomnio. Ella tomó una maleta y se fue la mañana siguietne, con su hijo al lado. Pero no pasó una semana antes de que volvieran a juntarse.

A partir de este episodio, el marido se esmeraba por ayudar a su mujer, limpiando el hogar, arreglando cosas, dejando de invitar tantos amigos. Para mitigar el aburrimiento, todas las tardes tomaba una cerveza y veía televisión. Mi madre siempre estaba leyendo en el balcón mientras este hombre hacía la limpieza vespertina. Ella no tiene una vista particularmente buena, así que no lo notaba, pero yo, que siempre sentí especial interés por molestar a mi madre mientras leía, me paraba frente a ella a hablarle, cuando a lo lejos se dibujaba la figura del vecino desnudo, coleteando el piso de su casa antes de tomarse la cerveza del día. En realidad siempre quedaba en ropa interior y medias, y mi mamá y yo nos reíamos casi todas las tardes al contemplar su semi-desnudez. Una tarde el hombre apareció desnudo, balanceando el cuerpo hacia adelante y hacia atrás mientras pasaba la mopa por el piso. Fue impresionante ver su entrepierna colgante columpiarse al ritmo de la limpieza. Sentí, por primera vez, que invadía su privacidad. Dejé de salir al balcón en las tardes. Luego, los vecinos se mudaron y los nuevos habitantes instalaron una cortina de flores.

Desde que me mudé a este apartamento, me he sentido maravillada del tamaño de las ventanas. Son inmensas y son bastantes, aunque están cubiertas por persianas muy viejas que cada cierto tiempo se rompen o se dañan. Así pasó con la del balcón, una anciana persiana vertical que un día decidí desmontar. Desde ese momento me he prometido poner nuevas persianas o, tal vez, alguna cortina, pero dado el tamaño del ventanal, el precio se escapa de mi presupuesto.

En días como este pienso mucho en mi vecino nudista. Pienso en la posibilidad certera de que alguien diga lo mismo de mí, que salgo corriendo desnuda por la casa luego de salir de la ducha y descubro que no tengo toalla con la cual secarme. Pienso que así como yo veo hacia el exterior, espiando a los transeúntes, algún vecino insomne es capaz de meter su ojito a la sala de mi casa para descubrir la semi-desnudez de mi esposo, que también se pasea en interior y medias, como mi viejo vecino.

Y es que en días como estos, sólo en días como estos, med acuerdo que las ventanas son bidireccionales, y que así como sirven para descubrir el exterior, sirven para decubrir el interior de los hogares. ¿Pudor? No siento. Mi hogar es algo digno de ser mostrado, auqneu no deja de inquietarme un poco saber que alguien pueda conocer mis pasos mejor que yo.

Hace unos días el vigilante de mi edificio me ha dicho que mi gata se sale por la ventana y se sienta en el borde a observar la calle. En la oscuridad de la noche su cuerpo blanco resalta como un cometa. Imagino que le gusta descubrir otros mundos. Lo que sospecho que no sabe es que a ella también la pueden ver.


Sushi

No soy fanática de muchas comidas. Ni siquiera soy de esas que matarían por un chocolate. Prefiero las cremas, o las galletas blandas, o los pudines. Y si es posible conjugar esa textura sedosa de las natas con frutas ácidas como la parchita, tanto mejor. En cuanto a las comidas, no soy amante de las carnes, me agradan los pescados (aunque prefiero comerlos sólo a orillas del mar) y el pollo es mi día a día. Y sí, no niego que de vez en cuando me escapo a la calle para comer esas porquerías que normalmente no como. En cuanto al sushi, sí, me gusta, pero no sería capaz de levantarme a media noche con deseos de engullir nigiris, sashimis ni rolls. Si se presenta la oportunidad o estoy en camino a un sushi bar, pues lo aprovecho.

Por eso me vuelve loca el hecho de que por culpa del Toro, cada vez que entro a su blog ruego a Dios porque hoy sí pueda comerme un roll. De lo que sea. Con mucho masago. Y si es posible, con salmón. La bendita foto lleva dos apariciones especiales en su página y yo he tratado de resistirme, pero nada, es un antojo provocado.


Después no digan que no se los dijimos...

Al abrir el periódico el día de hoy me he encontrado con un artículo muy extenso sobre los requisitos para emigrar a Canadá. Hace un par de semanas vi algo similar que le indicaba a los venezolanos cómo alzar el vuelo para irse a al madre Patria, aun cuando no se tuvieran ancestros españoles, y hace poquitos días he leído la misma información pero esta vez referente a las reglas de inmigración estadounidense.

La insistencia del tema entre los diarios de circulación nacional es un asunto alarmante. No se tarta de algo casual, se repite y se ahonda en los requisitos necesarios para abandonar este barco que se hunde, una especie de grito desesperado por salvar a los que todavía tienen salvación. Lo curioso es que sean los medios masivos los que difundan este tipo de informaciones, pues queda bien claro que desean hacer del conocimiento público estas cuestiones, y lo hacen con ese tono de advertencia "después no digan que nadie les avisó".

Yo no tengo a dónde ir. Mi familia es de esta tierra exclusivamente, de hecho, mi apellido proviene de los aborígenes venezolanos y sus costumbres de apoderarse de elementos naturalezas en su proceso denominador. No tengo suficientes ahorros como para largarlo todo al demonio y empezar de cero pero, sobre todo, no quiero abandonar mi país.

No niego que hay países que me guiñan el ojo, pero si en algún momento me he planteado salir de aquí, lo he puesto como la última salida. Me niego a creer que he llegado a ese punto. Cerrar el periódico es mi forma de afirmarlo, aunque no me queda mas que doblarlo y archivarlo entre mis cosas, por si acaso llega el momento de usar la información.


jueves, junio 19, 2003

Nuevo Blogger

Leo que todos se quejan del nuevo Blogger. Yo no he sufrido en carne propia el cambio, pero creo que fue suerte de despistada. Hace un mes más o menos, Blogger puso en su site la opción de probar su nueva versión, y como beta tester te tocaba informar si había bugs de algún tipo. Yo creé un blog de prueba ya ni recuerdo para qué, pero decidí usar el New Blogger creyendo, como era lógico, que sería mejor.

Era horrendo, plano, no tenía casi opciones, apenas podía subrayar o poner en negritas, una complicación tras otra, una diagramación distinta, todo en tonos naranja y negro (muy poco azul). En fin, un asquito, pero como era una prueba no me preocupé. Luego lo cambiaron por esta versión azulita, igual de fea y espeluznante.

Ahora creo que el hecho de haber usado esa opción me salvó del cambio brusco al Nuevo Blogger o, al menos, lo retrasó. O sea, el blog de prueba sí cuenta con el NewKarma, pero este todavá disfruta del habitual. Obviamente fue suerte de despistada. Vamos a ver cuánto me dura...


miércoles, junio 18, 2003

Sana envidia

Esta mañana me he levantado con el feo alborotado. Me miré al espejo y me dije: ¿y esa cosa tan fea eres tú? Nada, me bañé a ver si era que estaba sucia, y también para aplacara el cabello (que desde que comenzó a llover se gobierna solo), pero no mejoré mucho.

Pensando que no debía salir hoy me tranquilicé, al fin y al cabo si nadie me ve me siento menos fea. Seguidamente me senté a la computadora y me encontré Sebastián había colocado fotos de las dos semanas de Maya. En ellas también aparecía la madre, Meibell, y ahí fue cuando el ego se me terminó de encoger y el ánimo terminó por el piso.

No nos engañemos: todas las mujeres cuando van a parir están hinchadas, deformes y abultadas, sin contar los terribles trastornos que causan las hormonas. He visto muy pocas mujeres que estén a punto de dar a luz y se vean bien. ¿A que no adivinan? Meibell estaba bella, no hay foto en la cual salga tan horrenda como yo esta mañana. Soy defensora de la sana envidia y hoy se la dedico toda a ella.

¿Y la bebé? Nacer es un trauma. Los niños nacen hinchados, golpeados, parecen renacuajitos. Uno los ve lindos porque están chiquitos y además, normalmente, uno tiene lazos emocionales con ellos. No miento al decir que Maya es una de las niñas más lindas que he visto. Esos dedos largos de pianista, ese sano color rosa de su piel, la mirada viva y brillante. ¡Qué envidia!

Dejemos que el día pase a ver si me compongo, pero despues de esto mis exigencias han aumentado. Si no posteo más es que me fui a exfoliar el cuerpo y a untarme con cremas hasta las uñas.


Tráfico

A gente se queja cuando encuentra cola camino a su trabajo, o cuando pasan muchas personas por su oficina, o cuando el banco está atestado, entonces ¿por qué hay gente que busca tráfico en sus blogs? Digo, no está mal que uno quiera darse a conocer, o que al visitar un blog uno deje sus datos. Yo me refiero a la gente que apenas encuentra una bitácora nueva se mete y deja un comentario idiota para llamar la atención.

Sucede que muchos dejan comentarios, opiniones o escritos con estilo muy distintos al que usan en su propio sitio… y muchas veces hasta contradiciéndose a sí mismos, mostrando una cara promocional atractiva para luego desenmascararse.

Yo lo asumo: soy un desastre dejando comentarios. A veces escribo estupideces que yo misma termino odiando, o me da por hacer una reflexión más larga que el mismo post, o me releo y me pregunto ¿a quién le interesa? Pero eso sí: soy la misma aquí que en blog de otro. No se me dan las personalidades múltiples con fines promocionales. Y esto no quiere decir que no tenga mis momentos, o que no sea cambiante y revoltee por ahí, pero lo hago en general, no para atraer visitas.

Lo mismo pasa con los linkeos. Yo enlazo las bitácoras que me gustan y si, por casualidad, alguien entra aquí y quiere conocer a esos favoritos ¡bien! Pero no enlazo para que me enlacen, ni para hacerme un sitio “dentro de la comunidad”.

Siento que cada sitio atrae por cosas distintas, a veces porque conoces a la persona, a veces porque no, a veces porque te gusta su diseño, sus gráficos, las noticias que postea, sus reflexiones tecnológicas, su frescura… pero nunca me ha atraído un sitio por los enlaces que hace.

Yo tengo una lista limitada (que prometo actualizar) pero real de quién me gusta leer. Y no necesariamente me gustan porque sean famosos o extravagantes, sino porque me gustan. Quizá me agraden por razones distintas al resto, pero lo cierto es que ocupan un lugar en mi corazoncito. Y no importa que para muchos yo sea una ilustre desconocida, los quiero igual.



Callar

Odio cuando una pareja amiga se separa. Casi siempre uno es más amigo de una de esas personas, por lo tanto, luego de la separación sigue a su lado. Ahora, lo que resulta más incómodo todavía es cuando regresan. Uno no sabe qué hacer. Seguramente se ha pasado todo el tiempo que ha durado la separación oyendo historias terribles acerca del daño moral que le hizo X a Y, incluso, uno llega hasta a opinar para darle más fuerza a los argumentos.

Pero cuando regresan de la mano, uno siente que metió la pata si dijo algo malo. Y si no lo dijo también hay cierto no sé qué pues, probablemente, después de pasar meses siendo el paño de lágrimas ha llegado a agarrarle “idea” a la persona ausente. Claro, uno no deja de alegrarse por el reencuentro si ve que esta vez las cosas van por buen camino, pero en cierto modo uno está como esperando un desastre.

Tengo un amigo que sufrió una separación terrible. Después de años de amor verdadero y fantástico, la vida dio una vuelta y lo separó de su novia. Pasamos un año entre análisis de la situación, rabietas, desmontar su comportamiento… pero la verdad es que la chica siempre me cayó bien, así que hasta yo misma llegué a llorar su partida, esperando que la vida en algún momento nos diera una explicación a todos o la trajera de vuelta. Felizmente se casan pronto y todo es mejor esta vez. ¿Qué hubiera pasado si yo, ante el torrente de historias maltrechas de mi amigo despechado, hubiese hablado mal de ella? ¿Con qué cara la vería? (porque en los reencuentros la gente se cuenta “todo” lo que los amigos dijeron). ¿Me agradaría de nuevo?

No lo sé, no dejo de preguntármelo. Creo que esta es una de las pocas situaciones en la vida en las que el callar es algo bueno. Habrá que practicar más el asunto.



martes, junio 17, 2003

Probemas domésticos

Venga, vamos a sincerarnos: no me gusta limpiar. Y con esto no quiero decir que me encante vivir en la suciedad, pero prefiero que sea otro el que limpie. No es fácil encontrar a una persona que lo haga COMO UNO DESEA, pero al final del camino, siempre es bueno contratar a alguien.

Actualmente tenemos un conflicto con ese tema en casa. Hace unos meses mi esposo contrató a la chica que limpiaba su oficina para que viniera a casa los sábados. Limpia muy bien, es enérgica y maniática, pero tiene varios defectos:

1. Esconde las cosas. Ella cambia el sitio de lo que arregla, no importa que no tenga lógica alguna la nueva ubicación. No me extrañaría encontrar las ollas en el baño un día de estos.
2. Es un tanto obsesiva. Todo lo arregla en filas, líneas rectas o cuadrículas. Ningún adorno puede quedar diagonal según sus normas y todo lo que le parezca bonito lo pone arregladito en la mesa de centro (incluyendo un juguete del perro).
3. Usa cloro en todo. No importa que le repita que eso daña el mármol y el granito, ella lo mezcla con detergente y lo cepilla con la escoba, quitando lo que yo calculo sean como 10 años de vida útil al piso.

El mayor problema es que no venía todos los sábados sino cuando podía, le daba la gana, cuando no tenía fastidio o cuando no se iba a la playa. Obviamente me harté de la inconstancia y llamé a otra señora. Esta es toda una fanática de la limpieza, muy puntual, educada, enérgica peeero… ¡ESE ES SU MAYOR PROBLEMA! Bueno, en realidad de ese problema se derivan:

1. Llega como a las 7 a.m. No es que yo sea floja, pero hasta me ha pedido llegar antes.
2. Limpia todo a fondo (creo que hasta pulió las altas de atún). Esto no tendría por qué ser malo, lo que pasa es que llega a ser estresante su manera de escudriñarlo todo, desde las uniones de las baldosas hasta las paredes.
3. Quiere que me siente a su lado para contarme lo que está haciendo. No es que yo sea antipática pero tengo otras cosas que hacer, y esta señora habla hasta por los codos y me vuelve loca.
4. Le sobra energía. Me ha propuesto sacar la cocina para limpiarla por detrás, o sea, desempotrar la estufa para quitarle la grasa al piso y a la pared posterior. Eso sin contar el hecho de que pretende que quite la electricidad para que ella pueda desmontar las lámparas y limpiar hasta los cables.

La cosa es que con alguna me tendré que quedar, pero la elección es difícil, pues una peca por exceso y la otra por defecto.



Luz violeta

Quisiera ser más new age, agarrar todo lo que me molesta y, gracias a la meditación profunda, envolverlo en una luz violeta y verlo alejarse de mí. Pero no soy así. Soy un poco más obsesiva de lo que me gustaría. Me quedo pegada pensando en cosas sin importancia.

Hay un tipo que vive en una ciudad gringa desde hace 5 años. No me molesta su spanglish, ni tampoco su insistente manía de nombrar lugares a los que no he ido sólo para impresionarme, como si vivir en Venezuela fuera estar en medio de la selva alimentada por monitos cara sucia. Me imagino que hacer esas cosas lo hacen sentir "más" que el resto. Lo que me molesta es que el tipo escriba malísimo en español y se escude en sus 5 años de residencia gringa para no corregir nada, asumiendo que si él viviera en un país hispanoparlante sería el Cervantes de la nueva generación.

Yo trato de no hacerle caso, pero no me sale lo de la luz violeta: lo quiero matar. Y eso que no es mi amigo, ni estoy cercana a él. Sencillamente lo quiero matar. Ha tenido la osadía de corregir mis escritos, de hacer críticas absurdas sobre mis cuentos (no están tan mal, si sigues practicando algún día hasta podrás escribir como yo) y, lo que más me molesta, de burlarse de cuanta iniciativa escrita se haga en la red, sólo porque no ha sido impulsada por él. Vamos, que si mi profesor lee un cuento mío y lo critica, yo no sólo lo acepto sino que también soy feliz, pero ¿y a este bicho de uñas quién le dio permiso? Y cuando critica blogs que me gustan, o libros muy buenos, o publicaciones excelentes, se me revuelve la sangre. Es tan cobarde que inventa e-mails criticando lo que a él no le gusta, para luego decir: Vox Populi Vox Dei. Miserable (nótese el tonito de telenovela mexicana).

El tipejo este es capaz de escribir realístico, lanzarse dos párrafos enteros sin usar ni una sola coma y jamás en la vida ha puesto un acento donde debe ir, ¿y cree que por vivir en EEUU tiene patente de corso para masacrar el español? Digo, el idioma lo construyen a diraio sus hablantes, lo transforman con el uso, y lo pule, lo limpia y le da esplendor la Real Academia, pero este señor habla casi en código. Tengo un par de amigos que viven en el exterior que manejan el español a su antojo, con maestría y gracia, se les entiende, se les disfruta, ¿qué pasó entonces con este señor?

Como verán, no me lo puedo sacar de la cabeza. Lo quiero matar y cuando leo sus escritos no veo luces violetas sino una gran luz roja que parpadea y me hace latir la vena que tengo en la sien.


Hilo musical

No creo que haya un afortunado que se haya salvado de la espera telefónica, sobre todo en esos centros de "atención" al cliente o "soporte" técnico. Está bien, uno se la tiene que aguantar, ni modo que atraviese la línea telefónica y le caiga a puñetazos al operador. Uno sufre, sí, porque sabe que cuando le dicen "No se retire, por favor", no siempre te dejan colgado por alguna razón importante...muchas veces es para releerse el manual, buscar al supervisor o tan sólo para "cortarte la nota" y detener el lío que les estás armando.

No te queda más que esperar, sabiendo además que pueden tardar años en responder de nuevo y que, a lo mejor, lo harán para decirte que no pueden hacer nada por ti, pero ¿podrían hacer la espera más insoportable? Claaaro que pueden. De hecho, SE ESMERAN en hacer INSUFRIBLE la espera. Nada peor que cinco minutos de Eros Ramazotti en vivo. También les gusta mucho Laura Paussini o los éxitos de "música de elevador". Hubo un sitio donde me hicieron esperar 8 minutos oyendo I Will Survive... ¿sería para darme ánimos? (cada vez que me atendía la operadora para decir "no se retire", la canción empezaba desde el principio otra vez).

¿Habría forma de que hicieran un convenio con alguna radio local y en vez de música repetitiva (ojo: no tengo nada en contra de Ramazotti, pero cinco minutos, CIIIINCO, son demasiado. Si quisiera tanto me compraría el disco), pudiéramos escuchar música variada, noticias, reportes de tránsito?




Vamos a actualizar

Sí, reconozco que me alejé un par de días. La verdad no creo haber herido a nadie, ni haber causado daños irreparables en la capa de ozono. ¿Qué importa? Un par de días sin posts ni se van a sentir.

Me convencí de que todo estaba bien así, no recibí mensajes en mi contestadora, no hubo amenazas, sólo fueron dos días medio muertos.

Pero cuando vi que el Toro no escribió más el día de hoy, justo cuando quise leerlo para ver cómo andaba todo, para inspirarme, para reírme...pues resulta que NOOO, él también se tomó su tiempo muerto en serio.

Perdonen la falta, no volverá a pasar No. 1, trataré de postear aunque sea 1 vez al día, no sabía lo que se sentía al entrar a un blog que uno espera esté actualizado y no lo está. A todos ustedes, bellezas tropicales, que actualizaron en estos dás y me brindaron la alegría de leerlos ¡gracias!. En especial a Sikanda, por su bellísimo "Petisa".


lunes, junio 16, 2003

Hágalo usted mismo

Casi siempre uno tiene un proyecto personal engavetado: hacer el álbum de fotos, construir el mueble que vio en el programa de bricolage, arreglar algo en la casa, redecorar.

El primer inconveniente es encontrar el tiempo o vencer la flojera. Nada en el mundo moderno es más difícil de encontrar que el "tiempo para uno", o sea, que si lo encuentras (el tiempo para ti) ni de broma lo gastarás trabajando. Así es uno.

No sé cómo sea en otros países, pero en este el segundo escollo a sortear es la compra de los materiales. No importa qué es lo que busques, o la variedad es limitada (hay sólo dos tipos de cosas, a lo sumo tres), o hay justo lo que quieres pero a un precio que NO puedes pagar. No importa lo que sea, un celular, una cartulina o una tablita de madera balsa.

Después está lo de las técnicas. En los programas de tv las manualidades parecen simples pero, ¿adivinen que? NO LO SON. Siempre hay un tip que no te dicen, algo que no te sale, un detalle que no funciona.

A pesar de todo esto uno sigue siendo fanático del "hágalo usted mismo". Quizá precisamente porque sabemos que nunca lo podremos hacer nosotros mismos, sea por falta de tiempo, materiales o técnicas. Yo soy la primera. Cuando termine de hacer mi álbum de fotos, redecorar mi sala o rediseñar mi blog les aviso...


domingo, junio 15, 2003

Perdida

...como cerditos en el espacio he estado este fin de semana. Fueron muchas las compras, arreglos de casa y visitas a las madres que tuve que hacer, pero ahora que estoy de vuelta les prometo contarles algo, aunque sea las cosas lindas que vi en la calle o las no tan lindas. Las cosas interesantes se las debo porque este fin no estuvo muy divertido, pero bueno, denme un ratico a ver si organizo mis ideas.


This page is powered by Blogger. Isn't yours?