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viernes, junio 13, 2003

Good morning, sunshine!

No es un tema trascendental, lo sé, pero hay pocos momentos en los cuales uno esté tan feo como cuando se despierta. Yo me corté el cabello hace unos meses y de largo lo dejé corto, para evitar el calor y para dar un cambio. ¿A que no adivinan a quién me parezco en la mañana? A Robert Smith, el de The Cure. Y cuando me echo cremas antes de dormir, amanezco como Marcel Marceau después de la lluvia. Y no importa lo que haga antes de acostarme, ni qué crema dental use, siempre siento que tengo aliento de dragón. Si he tenido una noche especialmente agitada en cuanto a sueños, normalmente amanezco con el pijama torcido, como si fuera una fugitiva. Las almohadas huyen de la cama. Y no se crean que con un edredón king size a uno le sobra cobijo: si tienen un comapñero de cama como el mío, seguro quedarán con el trasero helado a medianoche y amanecerán en posiciones extrañas en la mañana. Y si me despierto con el repique del teléfono, seguramente me preguntarán: ¿estabas durmiendo? A lo que responderé invariablemente: no, estaba despierta. ¿Será que alguien me cree? Y no hablemos de acostarse con maquillaje, que la cosa se pone peor: no hay máscara para pestañas que aguante una noche de sueño, y Krusty sentiría envidia de mis labios al levantarme, olvídense de la sombra en los párpados porque siempre termina pareciendo un hematoma en la sien. Ha habido veces que con el maquillaje chorreado parezco el Guernica.

En fin, no es muy provechosa mi anécdota, pero tenía que confesarlo: soy un monstruo cuando me despierto.


jueves, junio 12, 2003

Los locos de enfrente

Cada vez que a mi vecina de piso le pasa algo, pone una nota en el ascensor culpando a los vecinos. Ella acusa sin cesar, como si viviera en una cárcel. Le encantan términos como "me niego a pensar que vivimos entre malechores", "¿acaso hay ladrones entre nosotros?", "conminamos a la autores materiales de este hecho a restituir la propiedad sustraida", etc.

Recién mudados para acá fuimos el blanco de miradas por unos días debido a uno de estos papelitos. Parece que alguien puso a secar una edredón en el techo del edificio y este desapareció. A lo mejor se lo llevó el viento, o alguien lo recogió para que la lluvia no lo mojara, pero no, la Junta de Condominio (o sea, la vecina de enfrente) decidió poner su consabido comunicado en el ascensor, donde decía que esto JAMÁS había pasado en la comunidad...hasta ahora. Pedía la restitución inmediata de la ropa de cama, exigía justicia y amenazaba con llamar a la policía. ¿A qué no adivinan quiénes éramos los sospechosos? ¡Los nuevos! Los nuevos no teníamos llave de la terraza del edificio, pero seguro éramos nosotros.

Parece que ayer alguien se llevó unos tablones que ella tenía en su puesto de estacionamiento. Según explica su documento (cada día son más largos) son una tabla y un travesaño que forman parte de una mesa, y ella califica el hecho como un hurto, exigiendo que le devuelvan sus tablones. Para empezar, no sabemos cuál es su puesto de estacionamiento: ella se para donde le da la regalada gana cuando le provoca. Siguiendo: ¿a quién se le ocurre poner una cosa tan valiosa (ella lo expone así) en un espacio abierto y público? Para terminar: ¿cree ella que alguien le va a tocar el timbre para devolver la tabla y el travesaño?

El hermano es un loquito también. Casi no habla con nadie, y cuando lo hace, hace pausas como si estuviera escuchando voces. Hay familias extrañas, lo sé, pero ¿por qué todas tienen que presidir las Juntas de Condominio?

Yo he pensado montar mi propio papelito en el ascensor que diga: "¿Quién se llevó mi queso? Exijo la restitución INMEDIATA del producto lácteo en cuestión, así como la exposición al escarnio público de tan abominable delincuente. ¿Es que acaso vivimos entre ladrones?"

Si alguno de ustedes tiene una sugerencia, por favor, coméntela aquí. La vida es tan divertida con estas pequeñas travesuras...


Rayovac Pérez

Leyendo las noticias del día encontré un nombre curioso: Perkins. Además de sonarme a mayordomo, pensé: ¿qué tenían en mente los padres de este señor? Digo, porque es muy distinto llamarse Perkins Wallace a llamarse Perkins Pérez. No es lo mismo, señores.

Yo vivía cerca de una señora que le puso Brallan a su hijito, y no sé, entre reírme al ver cómo se escribía el nombre y sentir pena por el tierno retoño, no supe qué sentir. Imagino que la madre nunca se enteró de que se escribía Brian, amparada en la norma aquella de que "los nombres no tienen ortografía".

Yordano tiene una hija llamada Luna, pero es que Luna suena bien cuando te apellidas Di Marzo, hay cierta poesía en el nombre.

Mi apellido es raro y permite utilizar un nombre raro también. Punto para mis padres. Pero esos espontáneos que denominan a un niño como quien le pone nombre a una cosa, sin pensar que ese niño crecerá algún día y llevará mala vida en el colegio, o que sus profesores jamás podrán pronunciar bien su nombre o que, sencillamente, ese niño al que bautizan con ligereza tendrá una personalidad, merecen un castigo.

Hay nombres tan lindos, tan diáfanos, capaces de reflejar la personalidad de una nueva criaturita. ¿Qué importa si son comunes? Y los nombres compuestos también son buenos, siempre que tengan musicalidad.

Hay gente que tiene cara de Carmen desde que nace, aunque se llame Yolanda. ¿Por qué ponerle Teresita de Jesús? Conozco a una muchacha que se llama Aguedita, y no es que "le dicen" Aguedita, es que como su abuela se llamaba Águeda, para diferenciarla a ella le pusieron Aguedita. Bien bello, ¿no pensaron que un día crecería? La abuela no iba a durar para siempre, no tenían que establecer una diferencia eterna. ¿Y qué fue de la vida de usar un sobrenombre en casa y dejarle un nombre sin diminutivo en su cédula de identidad?

Cuando se ponen nombres a los hijos no deben pensarse en ellos como mascotas.

Escuché en un programa que en República Dominicana pusieron una ley para frenar los nombres extraños, admitiendo sólo los del santoral y los nombres acordes con ciertas religiones. Parece que abundaban muchachitos llamados Rayovac, Titanic, Vivaporú y otros más conocidos como Usnavy y Usmail. Normalmente estoy en desacuerdo con las leyes que coartan la libertad que tienen las personas de ser distintas, pero esta no me pareció mala. Hay padres que olvidan que no son dueños de sus hijos, y que eso que ellos hacen por capricho puede determinar la vida entera de una persona que, les guste o no, será independiente algún día.

Lo siento por el señor Perkins.


Horario

No soy una persona matutina. Mi mente no halla paz en la mañana. Para mí despertarse temprano es lo peor que le puede pasar a una persona inocente en el día a día. Cuando me despierto, estoy tan dormida que ni siquiera tengo hambre, necesito que mi cuerpo se despierte primero para poder comer, como a las 3 horas. No me pregunten nada importante en la mañana, les juro que mi cerebro es como un carro viejo de 8 cilindros al que hay que calentar antes de arrancar.

Y lo peor es que mi rutina fomenta mi nocturnidad. Trabajo de noche para estar un rato con mi esposo en nuestra oficinita casera, pero también para conectarme con mi compañera de trabajo que sólo está online de noche. Cuando entré a la universidad me tocó estudiar tres años en la tarde y 2 en la noche, ¿para qué madrugar?

En el colegio sí sufría un poco. Eso de pararme a las 6 am era muy duro, y eso que yo era de las que más tarde se levantaba porque no vivía tan lejos... Yo hacía todo en automático hasta las 10 de la mañana más o menos. Recuerdo un día que me desperté a las 6:30 am y tuve que salir corriendo a bañarme, vestirme, arreglar mis cosas, revisar las medias hasta la rodilla para que no me sancionaran en el colegio... y al llegar a la puerta mi mamá me dijo, con toda calma: "¿Qué haces? Hoy es sábado". Me iba a morir.

Esta mañana la señora de la limpieza llegó a las 7 am. Yo no había dormido en toda la noche, por lo cual pude atenderla puntualmente. La mujer me ha dicho: "llegué tarde porque sé que a usted le gusta dormir mucho". ¿¿¿Queee??? ¿A qué hora pretendía llegar? No lo entiendo.

Es extraño, pero si no he dormido y me dan las 5 am, me parece ua hora linda. pero si debo despertarme a esa hora me parece un momento tenebroso, me asusta la oscuridad de la madrugada, el frío, el silencio. Debería ser igual pero no lo es.

Lo malo de tener los horarios cambiados es que vas a contrapelo. El mundo no coincide contigo o tú no coincides con él. Tus amigos no hallan tiempo para hablarte pues cuando tú despiertas ellos están llegando a casa. Y tus familiares te llaman a las 8 am porque asumen que estás despierto. O no encuentras tiempo para hacer diligencias, trámites.

A veces es mejor dormir de noche, en la tarde se suda mucho, uno de deshidrata, pero no siempre se puede conciliar el sueño antes del amanecer. Y la gente cree que lo haces por manís, pero yo creo que existimos personas con el reloj cambiado. Yo prefería mil veces trasnocharme estudiando que madrugar para estudiar. ¿Será que esto tiene solución? ¿O será que es un estilo de vida? ¿Enfermedad o condición?

Como propósito de mitad de año intentaré regular mi horario, así no tendrán posts nocturnos, pero no prometo nada.


miércoles, junio 11, 2003

Orden/Caos

No me caracterizo por se una persona extremadamente positiva. Tampoco trato de ser insufriblemente negativa. Intento muchas veces ser realista, pero cuando me da por ponerme idealista no me excuso, pues me siento en mi pleno derecho.

Creo, aunque a veces no parezca, que apasionarse es fantástico siempre y cuando uno no se deje desbordar por la pasión al punto de cegarse en sus objetivos. Y no lo digo porque sienta que haya que ponerse límites malsanos, pero no justifico que mates a tu madre para quedarte con su carro.

A pesar de la astrología, soy una escorpiana que no se inclina por los extremos, en muchos casos, votos por los puntos medios. No creo que el equilibrio total sea posible (al menos en mi vida), pero reconozco que me resulta difícil sobrevivir en el completo caos. Si fuera tan equilibrada como para tener todo en orden, probablemente me aburriría más. Si fuese tan caótica como para dejar que todo se gobernara solo, probablemente mis células se desintegrarían en el acto, ya que no responderían a un orden.

Creo, eso sí, que mi naturaleza no me permite ser miserable. Disfruto siendo feliz y no lo escondo. Disfruto tanto de cosas profundas como de cosas superficiales. Disfruto de mi vida a mi manera y me niego a utilizar la manera de otro.

Respeto a quien no sea igual a mí. A aquellas personas a las que les resulto aburrida o banal no las intentaré convencer de lo contrario. Tampoco les haré la guerra. En el fondo no me siento distinta a esas personas. Las veo con sus teorías y formas de vida, disfrutando a su manera, pregonando que la salvación está en la perdición, y me veo a mí contándole al mundo el secreto de mi felicidad. La cosa es que no a todos les funciona la misma fórmula, y eso hay que respetarlo.

Hay gente que predica el aislamiento como única manera de mantenerse sano, alerta y posiblemente feliz, pero esas mismas tienen novi@s o espos@s, con quienes comparten sus vidas y con quienes rompen su juramento de soledad. También existe gente que se dedica por entero a su vida social, con millones de amigos y conocidos alrededor, pero en el fondo, siempre están solos.

Los seres humanos somos contradictorios. Yo lo soy y no me apeno por ello. Sé que eso le causa cierta intranquilidad a algunos, pero nada puedo hacer.

Trato de no prestarle mucha atención a algunas críticas, pero mi corazón es de gelatina. Hay días en los que hasta una bola de pelo dando vueltas en la calle me perturba. A veces siento que todo el que dice algo se refiere a mí. A veces me acurruco en el sofá esperando encontrar respuesta a mis dudas, fallas y errores.

No soy perfecta, pero me gusta la persona que soy.



Escribir y organizar

Como verán estoy escribiendo mucho. Creo que el insomnio me trae de cabeza y no puedo parar de pensar. Aprovecho los tiempos muertos del trabajo para postear. Leyendo a Taufpate me puse a reflexionar acerca de por qué llevo este blog. Siempre he escrito para organizar mis ideas o, al menos, para exteriorizarlas y detener así la incesante centrífuga de pensamientos que tengo a cada rato en la cabeza. Escribo desde hace más de 14 años.

"Si no descargo lo que traigo en la cabeza se me cae" no es el mejor slogan del mundo, pero sí una muestra de lo que hago aquí. Lo que no queda claro es si se me cae la cabeza o lo que traigo en ella, pero creo que son los dos.

A veces escribo cosas sin sentido, pero aun esas, las incoherentes, me ayudan. Nunca he tomado la escritura como un servicio público que le hago al mundo, para mí es un placer egoísta que no puedo (auqnue quisiera) compartir con nadie. Lo que sale después sí lo comparto, ya sea en forma de cuentos o escritos indefinidos, pero escribir es algo que hago solita.

Tuve una muy mala experiencia laboral hace años y después de ella, a manera de catarsis, empecé a incorporar las experiencias vividas en la novela que estaba escribiendo. En menos de un mes llevaba varios capítulos y todos los días escribía mucho, y reescribía más, creando personajes que representaran a las personas que acababa de abandonar en la oficina que dejé. Era como vudú literario. Un buen día me di cuenta que ya no necesitaba exorcizar más demonios... y dejé de escribir tan seguido. Hoy pienso que la novela cayó en el abandono y no sé si pueda recuperarla. Es una pena, pero fue excelente terapia.

El blog para mí es divertido, apasionante pero, sobre todo, útil para organizar mis ideas, y con el desorden mental que cargo ahora es lógico que lo actualice a cada rato. El día que no tenga mucho que organizar o que simplemente no me provoque escribir, no lo haré. No me gusta verlo como una obligación. Quizá eso es lo divertido.


Cosas perdidas

Hace unos años estaba corriendo para llegar a una tertulia en la librería Macondo. Yo debía exponer un tema, así que se iba a notar si no llegaba, por lo que me afané por librarme de la cola que tenía por delante, sin mucho éxito. Era hora pico.

Al llegar al semáforo vi a un tipo con cara de ladrón, pensé que podía robarme pero como mi carro no tiene aire acondicionado y me estaba muriendo del calor, no pude subir la ventana. El tipo cruzó la calle en dirección opuesta por la mala mirada que le eché, pero al ver que el semáforo me atrapó, se devolvió y, parándose junto a mí, me dijo: "Quítate el reloj como si no estuviera pasando nada". Me lo quité, y al llegar a la librería, lloré. Me lo había comprado con el primer sueldo de mi nuevo trabajo.

Otra vez, bajando de La Florida después de llevar a mi novio al trabajo, pasé por el McDonalds y me compré un combo. Di la vuelta para salir de ahí mientras me comía mis papitas, cuando los carros de adelante se detuvieron y un tipo se me paró al lado y me dijo: "Dame la hamburguesa". Y se la di. La Pepsi se salvó porque la tenía en el portavasos que está al lado de la palanca de cambios y no se veía. Cuando conté lo que me había pasado, todo el mundo se rió de mí: "La hamburguesa o la vida, jaaja". Pero en el fondo sentía rabia.

Es horrible que a uno lo roben.


TTC

Hace poco me enteré de que el Teatro Teresa Carreño está cumpliendo 20 años. El pobre está un poco destartalado, pero sigue estando dentro de mi corazón como una de las construcciones más lindas de Caracas. Me siento anciana, yo lo conocí cuando recién se inauguraba, cuando iba con mi madre a ver danza contemporánea y teatro infantil.

En sus alrededores pasé una parte de mi juventud, dando vueltas entre la Feria del Ateneo y algunos talleres del Museo de Bellas Artes, y todavía recuerdo con fascinación haber escuchado el ensayo de algún músico en sus espacios públicos. Ojalá no se muera por la desidia. Ojalá no se lo lleve el viento. Ojalá sean muchas veintenas de años más.


El post anterior se refería al contenido de los sites en general, y a la publicidad engañosa en general. Odio que me ofrezcan explícitamente algo y después no me lo den. Obviamente quedan fuera del asunto de la honestidad las identidades digitales, ya sabemos que es fácil crearse un alter ego digital por conveniencia, o por quitarse el miedo, o por diverisón, o por lo que sea. Y, al final, es parte de lo que pienso, el tema es extenso y casi interminable y no pretendo dictar ley al respecto. Una reflexión al aire, como quien suspira y piensa en el azul.



Web: ¿ser o no ser?

Es inevitable para quien trabaja con la web hacer reflexiones sobre ella. Ya hemos visto cómo casi todos los bloggers nos lanzamos una pequeña (o gran) teorización en algún post perdido o, al menos, lo sacamos a relucir como tema de una conversación.

Particularmente yo conocí el Internet hace una pila de años que ya ni recuerdo. Corrían los días universitarios y las cuentas de teléfono por culpa del dial-up escandalizaban a todo el mundo. Viví la fiebre del icq, conocí el messenger antes que la mitad de mis amigos, todavía Google no era una opción, y el concepto de página personal era un site con fotos escaneadas de uno con las mascotas y los amigos en la playa.

Curiosamente también hice un reportaje universitario sobre hackers y freakers, contando con la valiosa colaboración de un chico que me gustaba mucho yo no sé por qué.

Por una parte, hay cosas que cambian muy rápido, pero hay otras que, sencillamente, son más o menos estándar. Hay de todo para todos, pero también hay cosas muy específicas. Hay cosas nuevas y refrescantes, hay cosas que dicen ser “nuevas y refrescantes” pero que no lo son.

Siento que resulta curioso cómo la gente aprovecha la libertad que da la web para hacer las mismas cosas que hacen los otros pero poniéndoles un nombre distinto. Por ejemplo, convierten una página personal de opinión y ensayos en un “periódico virtual”, sin que las características le den mérito para pertenecer a ese género. O dicen tener una "fuente de recursos gratuitos" y resulta que sólo ponen una colección de jpg o bitmaps copiados de un clipart del año 90, y luego te lanzan un bombardeo de pop-ups fastidiosos. O llevan a cabo proyectos grupales para una comunidad específica (por ejemplo, para mí y mis amigos de la universidad, para los skaters de mi cuadra, etc.) y lo venden como un site abierto a todo público.

Bien, si no te gusta un site es lógico que siempre tienes la opción de no volverlo a visitar, pero siempre he sido muy crítica de la publicidad engañosa. Si me ofreces contenido general y sólo publicas deportes, me estás engañando. Si me ofreces que Ace dejará más blanca mi ropa y mis medias quedan amarillas, me estás engañando. Si me dices que estás abierto a las críticas y resulta que te molestas cuando alguien te hace una, me estás engañando. Y sí, tengo la posibilidad de no visitarte más, pero si me siento engañada muy probablemente te visite una y otra vez para exigir justicia (hay que acotar que no sé por qué tengo estos rasgos obsesivos, pero es así).

Hace poco discutía esto con alguien y esa persona me decía que la red estaba para hacer lo que a uno le diera la gana, sin límites, pero claro, esa es una buena argumentación para defender la pornografía infantil. No sé si deban existir límites, pero yo, personalmente, clamo por honestidad.

Jamás me he planteado la idea de renovar el mundo de las ideas cibernéticas al hacer este blog, por ejemplo, y si lo hiciera estaría engañando. Pero hay mucha gente que ofrece novedad y sólo da más de lo mismo. Lo peor es que se escudan en la excusa barata de “todo el mundo lo hace”. Me han llegado a decir que si no me creo la renovadora de la web entonces seré la única en no hacerlo, que todo el mundo anda fanfarroneando sobre eso y que ese es el ingrediente de mercadeo normal para buscar lectores. ¡Falso! Si me baso en esa premisa y no la cumplo, no atraigo lectores: ¡los ahuyento! Y aunque un weblogger no busca solamente ser leído, por lo menos busca ser honesto, lo lean o no. Y claro, no son todos, pero los exitosos, los que se ganan el cariño de la gente, lo hacen.

Y en la web creo que ese es el gancho: muestras lo que tienes, aunque lo que tengas sea absurdo o poco novedoso, siempre habrá público para todos. Pero conseguir público a fuerza de engaños es una mala práctica, tanto en la web como en la vida real. Por lo menos, eso creo yo.

Hace tiempo una chica que estudió conmigo estaba bailando en una disco con los brazos al aire, feliz de exhibir su gran busto…hasta que se le salieron los algodones del sostén y todo el mundo ser rió de ella. Hasta la dejaron de llamar varios muchachos que la estaban cortejando. Luego se operó las lolas y ahora baila brazo al aire, sin temor alguno porque, falsas o no, al desnudo ya no había rellenos ni publicidad engañosa.

La moraleja debería ser mejor pero con una anécdota como esa no se puede hacer mucho: en la web se es o no se es. Ese es el dilema.



Esta memoria mía...

Hay días en los que me doy cuenta de que mi mente está en aerosol: dispersa. Tengo menos concentración que un chipo, o que una mosca con medio día de vida por delante, o que mi perro cuando se encuentra una pelusa en el suelo. Salgo a hacer algo y enseguida se me olvida para qué me paré. Y no es que me detengo a pensarlo, sino que me pongo a hacer CUALQUIER OTRA COSA y ni recuerdo mi objetivo inicial.

Lo malo de tener la mente en aerosol es que no tiene efecto residual, como los insecticidas. No es que pensar en algo ahorita vaya a marcar un hito, los pensamientos pasan sin dejar huella, así que mañana ni me acordaré en qué pensaba yo 24 horas antes. Lo peor es que hago proyectos, muchos proyectos, millones, y hasta los anoto en millones de papeles, cuadernos, servilletas y facturas. Nunca los vuelvo a encontrar a tiempo (suelen aparecer meses después) o, sencillamente no llego a acordarme por qué hice esas anotaciones.

Es una etapa, pronto volveré a enfocarme, realizaré alguno de los proyectos de esta fase creativa, de esta orgía de ideas, pero no deja de ser desconcertante olvidarlo todo, aunque en buena parte me divierte. Y me divierte porque soy de esas personas que hasta se acuerdan del nombre de su maestra de segundo grado (la mía se llamaba Isvelia Lugo) aunque hayan tenido porlo menos 3 colegios y una universidad de distancia en la memoria. Y es horrible porque tener buena memoria te obliga a atormentarte por los errores que has cometido, o por las fallas que han cometido otros, y juzgar, hacer proyecciones, imaginarse las cosas de mil maneras, contar los pollos antes de nacer.

Empecé este post para contarles algo y no sé cuántos párrafos llevo ya tratando de recordarlo, así que hasta aquí llego...si me acuerdo de lo que iba a escribir lo anoto en un papel y regreso en un rato a postearlo acá.


martes, junio 10, 2003

Pues bien, sólo falta que no tenga ni nevera ni cava para que a uno se le antoje agua fria...


La torta

Si, ahora sí se puso la torta con el hecho de que mi nevera se haya echado a perder. No fue cosa de cambiarle una pieza: se la llevaron de la casa, o sea, tuve que botar todo.

Lo increíble es que parece que eso me deprimió. Lo digo porque en la tarde me eché a pensar en eso y me quedé dormida hasta ahorita. Y por eso no tengo nada que contar, soy un ser aburrido con la mejilla arrugada por efectos de la almohada. No me envidien: para colmo no dormí bien y me duele hasta el pulgar derecho.

Lo único productivo quye he hecho hasta el momento ha sido leer este e-mail:

"Cuenta la historia que Napoleón, durante sus batallas, siempre usaba una camisa de color rojo. Para él era importante que, si resultaba herido, no se notara. Pensaba que sus hombres se preocuparían y dejarían de luchar.

Esta semana, doscientos años mas tarde...
...Chávez apareció ante cámaras con un pantalón marrón..."

Si más tarde se me quita la modorra, vuelvo...


lunes, junio 09, 2003

¿Quieren ver algo lindo?

¡Pues vayan a Venethinker.com! Rediseñó el site y quedó super cool. Y hablando de rediseños, el de Afrael lleva ya un tiempo, pero me encanta, y Veneblogs también estrenó cara hace poco. Llegó la hora de la pasarela otoño-invierno para los blogs y yo aquí, en paños menores... Habrá que hacer algo con estas fachas.


Una de ex

Desde hace algún tiempo (casi dos años) asisto a talleres literarios. Para mí es algo divertido y cubre, en buena parte, mis ansias intelectuales. Aparte que me encanta escribir y los talleres me ayudan a afinar mis habilidades.

Lo cierto es que una semana antes de casarme fui a mi clase de los lunes, segura de encontrarme con mis compañeras y mi profesor para compartir una velada de lecturas y reflexiones. Llegué algo temprano, por lo cual el profesor no escuchó mi toque insistente de intercomunicador.

Me senté en la entrada del edificio a esperar. Mientras lo hacía, un carro entró al estacionamiento. Por sorpresivo que parezca, era mi ex novio. El tipo se estacionó y fue directo hasta donde yo estaba, supongo que para averiguar el porqué de aquella inesperada visita. Yo estaba en shock, pues su oficina (la que yo recordaba) estaba más cerca de mi nueva casa que del sitio donde recibía clases. ¡Sorpresa! Se había mudado.

- Qué bella estás, linda de verdad.
- (Y yo verde de lo incómoda) Gracias, sí, gracias.
- ¿Y qué haces por aquí?
- Es que tengo clases.
- ¿Clases? Que yo sepa aquí no hay ningún colegio.

Me tocó borrarle aquella sonrisa estúpida de la cara al aclararle la situación y dejarle claro que no estaba inventando una excusa barata para verlo. Pero claro, el ego masculino y esas cosas le dejaron la sonrisita pegada en la cara.

- (con sonrisa pícara) ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Qué estás haciendo?
- Ay, yo feliz: me caso en una semana.
- ¿Y eso? Yo no te veo a ti casándote.
- Pues nada, que estamos muy enamorados y nos casamos.
- (ya sin sonrisita) Bueno, me alegro por ti, de verdad. Te deseo lo mejor.

Subí a clases con una mueca en la cara. No sé si era la sonrisa que le robé al ex o la sorpresa, pero me sentía acelerada. Se lo conté a todo el mundo y me decían que había protagonizado el sueño de toda mujer. Y sí, un poco, creo. Sabía que le había dado un tubazo en los dientes con esa noticia y me sentía de maravillas.

Hace poco venía bajando las escaleras después de la clase, siempre con el miedo de encontrármelo, porque a pesar de la sonrisa después del tubazo, no sabía si podía torear otra situación así. Me encontré a un tipo que venía subiendo y me pareció conocido. Claro, que al tener su franelita de la Cinemateca Nacional yo pensé que era sólo coincidencia, que a lo mejor estaba confundiendo a esta persona con algún compañero de trabajo audiovisual o algo así. Cuando levanté la mirada, me encontré con la suya y me di cuenta, justo ahí, que era el novio anterior al ex del tubazo. Y era lógico, porque ambos se mueven en el campo audiovisual y, de hecho, el que ahora subía me había presentado al otro. Toda una novela, pues.

No supe qué hacer, pero como venía sonriendo desde el tercer piso decidí mantener la sonrisa mientras pensaba. Él me saludó con el “buenas noches” más venenoso que he escuchado y yo se lo retorné como si no supiera quién era él. Seguí mi descenso y al salir a la calle casi echo a correr.

¿A quién le pasan esas cosas? ¿Dos ex novios trabajando juntos? ¿Cómo es que fueron a parar al sitio donde, religiosamente, veo clases los lunes?

Lo que sé es que ahora tengo que desempolvar mis mejores galas para ir a clases, no sea que me los encuentre solos o separados y yo esté cual Cenicienta antes de que llegara el hada madrina (no se crean la versión de Disney, Cenicienta estaba hecha un asco antes del hada).



Etapas de la vida

Como verán, ando de lo más existencial. No pregunten, no sé por qué. Sólo pasa. Como a todo el mundo.

Después de hablar de la amistad y de las cuentas por pagar que le quedan a uno con la gente, me puse a pensar en eso de las etapas de la vida. Claro, que el mix con la amistad hizo difícil la reflexión.

Mi mejor amiga es una chica increíble, bella, versátil, pero cada día nos parecemos menos. Eso es bueno, por una parte, porque nuestros espacios están bien diferenciados y sería difícil que se cruzaran nuestras aspiraciones e intereses. Pero, y ahí está el rollo, ese es el punto que hace riesgosa la supervivencia de nuestra amistad. No sé qué tanto tiempo pueda seguir con este nexo emocional sin que la brecha casi “vivencial” sea un huecote difícil de saltar.

Ella es mayor que yo por unos 2 ó 3 años (nunca llevo esas cuentas), pero yo soy precoz, así que nunca hubo diferencia. Por eso, y a pesar de todo pronóstico, he estado en una brincadera que me ha puesto muchas veces en lugares lejanos.

A veces la veo con el rollo del dating y ya no sé qué es eso, se me olvidó cuál era el objetivo de “salir” con un tipo, cómo es eso de establecer relaciones “amorosas” mientras tanto, sabiendo que no tienen futuro, sólo por diversión.

La veo con rollos laborales que ya tuve hace mucho tiempo y que ya superé, o la veo sufriendo por no encontrar trabajo y no sé qué hacer. Son puntos de divergencia impresionantes.

Y desde que me casé siento que la cosa es peor. Ya ni siquiera existe el consuelo de salir de rumba juntas, pues a ella le da pena sacarme a pasear mientras ella está en otra cosa. Yo le juro que también la puedo pasar bien bailando, escuchando música o tan sólo tomándome una cerveza, pero ella siente que no. Sólo hemos salido un par de veces, y siempre con mi esposo, que es como a ella le gusta verme.

Yo nunca pasé la etapa de “prometida” donde las mujeres empiezan a visitar casas de regalos buscando copas de cristal en oferta o vajillas búlgaras de 12 puestos, pero igual ha dejado de venir a mi casa porque siente que molesta. Y sí, llevo una vida distinta, pero más que todo porque la gente me trata de otra manera, no porque yo haya cambiado el trato con nadie. Menos con ella.

Presiento que en algún momento dejaré de entenderla, o ella a mí. Es muy distinto vivir en una casa que mantiene otro a vivir en una casa que mantienes tú o que debes ayudar a mantener. Ya no es tan fácil como ir a la nevera y encontrar comida: ahora si no la compras tú, no hay. Si algo se daña en casa, no sólo te toca esperar al técnico que llamó tu mamá, sino que también lo debes contactar tú mismo, esperarlo y pagarle. Tus sueños de futuro no son comprarte una moto o viajar por el mundo de mochilero, sino establecerte y compara casa. Ya no sueñas con vivir solo para tener fiestas todos los fines de semana, ahora tratas de salir a restaurantes o de sólo hacer una “reunión” una vez a la cuaresma, para que no te toque lavar y recoger todo a ti solo. Es como cuando uno se gradúa y después se encuentra con gente que todavía estudia, y ellos te tratan como si fueras "un desertor" porque ahora casi nunca vas a la universidad.

Sí, es verdad, uno cambia, y cambia porque la gente misma cambia. La cosa está en que cuando dos personas que mantienen una relación no crecen a la par, la relación tiene pocas esperanzas de vida. Desde las relaciones de pareja hasta la amistad.

¿Qué pasará cuando yo tenga hijos y ella no? ¿La fastidiaré hablándole de pediatras y biberones, o ella dejará de visitarme para no malcriar al nené? A lo mejor no pase nada malo y lo que nos ha mantenido unidas hasta ahora sea un cemento que no dejará que se nos caiga la amistad, pero ¿y si no?



Amistad

Hay cosas que me inquietan porque desconozco los mecanismos que las mueven, como la amistad. No sé por qué uno se hace amigo de alguien ni por qué se “desamiga” de alguien.

A veces se trata de valores o ideales comunes, pero a veces es todo lo contrario. A veces es por afinidad, a veces por complementariedad. No sé.

Tuve una amiga hace millones de años (en el Pleistoceno) con la que compartí de todo. Empezábamos a descubrir al sexo opuesto, la importancia de saber bailar, la moda, la popularidad. Debo reconocer que ella era más bonita y “lanzada” que yo, pero infortunadamente, uno no es perfecto. De tanto que nos parecíamos terminé tratando de tumbarle el novio (y esto lo digo con la mayor de las vergüenzas) pero al final ninguna de las dos se quedó con el chico, y tampoco pudimos seguir siendo amigas.

Por ese entonces también tuve una amiga que fue considerada en mi casa como “mala influencia” y, a pesar de mis esfuerzos rebeldes por seguir frecuentándola, tampoco nos vimos más.

En la universidad tuve una gran amiga, con la que compartí muchos de los 5 años de estudios. Teníamos gustos similares, aspiraciones profesionales muy parecidas, planes en conjunto, hasta hicimos un piloto para un programa de radio juntas, la tesis, el asunto groupie de ir a toques de bandas, etc. Yo la iba a buscar y a llevar todos los días a su casa, compartíamos aficiones y amigos. Lo malo es que muchas veces, de tanto parecernos, se nos confundían los espacios, y fueron muchos los incidentes por cosas “robadas”, desde tatuajes hasta amigos.

Hacia el final de la carrera, tuvimos contacto con otras personas por cosas de estudios y ella prefirió adherirse a otro grupo, así que la amistad se fragmentó. Nunca más. Lo malo fue enterarme de que ella luego habló mal de mí por ahí. No niego que me dolió, pero ya está.

Lo más feo fue que, como ya éramos adultas, yo pensé que ella sería desde la madrina de mi boda hasta la de mis hijos. Igual le pasó a otra chica de la uni, que se quedó en las mismas que yo y, sin darnos cuenta, somos las mejores amigas desde hace casi 10 años.

Pero las relaciones humanas son muy cambiantes, como el mismo ser humano. No crean que es algo que no me asusta, pero es parte del reto de ser gente.



Superdharma sin Internet

Pocas veces me he sentido tan estúpida como este fin de semana, cuando me sentí malquerida y sola por messenger, ya que NADIE me había escrito ni un "hola". Sólo ahora descubro que desde el viernes he estado offline. ¡Genial!

Después me di cuenta de lo adicta que soy a la tecnología, porque le presté mi ibook a mi hermana y ya no puedo sentirme libre libre al fin como una paloma (¿era un comercial de toallas sanitarias que tenía esa canción?), jugando desde la cama.

¿Qué sería de mí sin Internet?

Es una buena pregunta, aunque la respuesta es incierta. Por ejemplo, por un lado me sentiría un poco más desinformada y perdería una fuente importante de diversión (y toda la fuente de mi trabajo actual), pero por otro no perdería el sueño tratando de montar una foro en iespana para ilustrar un post de estos (todavía no he podido hacerlo, ¡ayudaaa!) o no me sentiría como incompleta si no vengo a actualizar mi blog.

Porque el blog es como una mascota: si no la alimentas se muere de mengua. Y no digo que es una planta porque las mascotas y los blogs dan más alegría que un ficus, eso no se puede negar.

Hay veces en las que na persona con perro dice: “Me tengo que ir, el perro no ha comido y tiene mucho tiempo solo”. Pues bien, ayer, en pleno Yordano yo estaba toda nerviosa porque no había post, “vámonos rápido que el blog tiene mucho tiempo solo”.

Sí. No sé qué sería de mí sin Internet.



domingo, junio 08, 2003

En la jodienda...

No deja de preocuparme lo que pasa en Mérida. Hay muchos damnificados, desaparecidos, muertos, pero sobre todo, hay tragedia. La lluvia no para de desgarrarnos la vida a los venezolanos: cuando no es por falta es por exceso.

¿Podríamos hacer gestiones celestiales para reestablecer el equilibrio? Las nubes no puede seguir en la eterna jodienda.


Yordano

No hay mucho que contar: no soy fan de Yordano, pero teníamos entradas de cortesía. Muy buen espectáculo, increíbles músicos, de verdad, para quitarse el sombrero.

No me voy a meter con este artista porque ni lo odio ni nada, de hecho, hasta me sé unas canciones, pero la verdad es fácil recordar las letras si en todas las canciones aparecen: luna, soledad, calle, vacío, sombras.

Como ya dije, me quité el sombrero y así permanecerá a pesar de todo.


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