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sábado, abril 26, 2003

"¿Qué es un fantasma?
Un evento terrible, condenado a repetirse una y otra vez.
Un instante de dolor, quizá.
Algo muerto, que por momentos parece vivo aún.
Un sentimiento suspendido en el tiempo.
Como una fotografía borrosa.
Como un insecto atrapado en ámbar.
Un fantasma.
Eso soy yo."

De “El Espinazo del Diablo”





viernes, abril 25, 2003

Soda, la insondable

No quiero quejarme, no soy de ese tipo. A mis panas les perdono todo. Incluso que se pierdan un poco. Pero me preocupaba que Soda Cáustica siguiera desaparecida. Escurridiza y compleja, resulta que ha dejado una interesante foto en su sitio, anunciando formalmente el descanso bloguístico mientras sigue en la preparación de su e-zine. Quisier aparticipar, pero no sé qué enviarle, siempre me da un poco de pena participar en cosas así por no saber qué se espera de mí. Ojalá me estés leyendo, Soda, y ni creas que te he olvidado. Sólo respeto tu espacio.


VENEBLOGS

Retomando la idea de Venethinker y haciendo un poco de metiche con el resto de la comunidad blogueril venezolana, quisiera yomarme la libertad para hacer varias preguntas: ¿cómo queremos el logo? ¿algún icono o color especial?

Eso sólo en lo referebte a la imagen, el asunto conceptual irá después.

Como sé que no soy una de las más leídas, parecería que esto es arar en el mar porque nadie va a responder, pero confío en que el dulcísimo del Vene (que es asiduo de esta casa) use su carisma para retransmitir mis dudas en su blog y así todos participen.




Ahora sí estoy jodida

Paa ejemplificar mejor qué es lo que me pasa, asumamos la explicación viendo el gráfico: por mala posición al trabajar las cositas blancas que van dentro de las cositas azules se han inflamado, y como todas ellas se encuentran encerradas dentro de un tubo (cuyas paredes son, por un lado huesos, y por el otro el ligamento), presionan la cosita amarillo ocre que va hacia los dedos. El resultado es que me duelen las muñecas y a veces se me duerme la punta de un dedo. Eso es el síndrome de túnel carpiano.

Pero como esa dolencia ya tiene un mes, pues había que renovarse y he pescado la gripe que estaba en el ambiente. Todavía no ha reventado, pero la garganta me mata.

Vamos a ver cómo me saco tanto mal de encima. Se me ocurre algo de sábila, jengibre a millón (en caramelos, comida y té) y vitaminas. Y sí, dejemos la flojera y a partir del lunes habrá que empezar a hacer ejercicios.

El lado brillante de estos días: tengo tres trabajos y, aunque a veces me agobia y los sueldos individuales no son muy elevados, en total recibo buen dinero. Eso siempre da seguridad. Poder comprar una coca cola sin revisar primero la cartera te quita un poco el mal humor. Otra cosa buena es que por fin me han terminado de arreglar el carro y, auqnue tengo tiempo que no manejo mucho, eso siempre da cierta libertad. Aparte que amo a mi carro. Es viejo, pero más fiel que un perro de taller mecánico, y bueno, sin él en mi vida universitaria hubiera pasado más trabajo que garrapata en peluche...

Como habrán notado, además de enferma estoy folklórica.


miércoles, abril 23, 2003

Mis morochos

No sé si será cosa de reloj biológico, o que me siento cada día mas enamorada, o que siempre me han gustado los chamos, pero reconozco que últimamente he estado pensando mucho en tener bebés.

Hace relativamente poco tiempo he encontrado un blog demasiado bonito: Meibell lleva una bitácora de su embarazo. Hay gente a la que le sienta bien el estado de gravidez. Si vieran la panzita tan cuchi que tiene... A mí me encanataría ser así: estar bonita, seguir con ánimos para trabajar...pero me conozco y sé que la probabilidad de que me convierta en una quejona es altísima. Por eso digo que mi esposo es un santo al casarse conmigo, porque lo que soy yo no hubiera aguantado a una mujer así.

No se crean, la idea pasa por mi cabeza a diario, pero entre la mala situación del país, el descalabro de la economía y el hecho de que queremos disfrutar un poco más de nuestra vida en pareja sin hijos, nos han hecho postergar la cosa. En verdad, lo que más me frena es que todavía no me siento preparada, ni psicológica ni financieramente, para tener un hijo. Y bueno, quiero disfrutar más de este noviazgo divino que tengo con mi Luis antes de pasar a otra etapa.

Pero lo que no he dicho y que, en menor medida, también constituye un freno para embarazarme, es que tengo miedo de tener morochos. Resulta que mi madre tuvo un embarazo múltiple cuando me esperaba, perdió uno y sólo nací yo, pero en teoría yo era gemela bivitelina. La gente me dice que "los morochos cabalgan una generación", o sea: si tú eres morocha tus hijos no lo serán pero probablemente tus nietos sí. ¿Se han fijado las imprecisiones científicas de algunos mitos populares? Pues en mi caso, por el lado materno, los gemelos han aparecido generación tras generación, sin descanso, sin cabalgarse nada. Por lo que me tocaría a mí aportar mi par de gemelos a la familia.

Pero eso no es todo: por el lado paterno TAMBIÉN HAY GEMELOS, y tampoco han respetado la cabalgadura de rigor y también me señalan a mí como la próxima en tener gemelos.

¿Qué haría yo con dos muchachos llorando al mismo tiempo? ¿Cómo manejo ese zaperoco de gata, perro, bebé 1 y bebé 2? ¿Ven por qué tengo miedo?



Día de la Tierra

Me acabo de enterar. Felicidades al Planeta.




De cómo llegué a ser teletrabajadora

Hace unos cuantos años (parecen millones) yo todavía trabajaba en oficinas. Era lo normal en ese entonces, pero no niego que era duro.

Uno de mis trabajos me dejó marcas difíciles de borrar. Paradigmas del horror que reviven en forma de traumas de vez en cuando. Para explicarlo mejor: querían hacer una "limpieza étnica" y sacarnos a todos para renovar el staff con gente cercana a los jefes. Para ello, implementaron métodos de tortura consistentes en la implantación de mucha burocracia, combinada con una serie de deadlines imposibles de cumplir. Así se te hacía más difícil cumplir tus labores y además nunca entregabas el trabajo a tiempo, lo que te hacía "botable". Pero siempre buscábamos la manera de cumplir y eso les ponía las cosas color de hormiga a la hora de pasar cartas de despido.

La mayoría de los que estábamos ahí éramos frilánsssss (no se imaginan el bello inglés que se hablaba ahí) y como tales no gozábamos de ningún beneficio aparte de nuestro salario. Cobrábamos MENSUALMENTE y no de manera quincenal, lo que hacía que siempre tuviéramos problemas de liquidez durante el mes. A pesar de ser -en teoría- agentes libres, teníamos superior inmediato, tareas asignadas y cumplíamos horario. O sea, la esclavitud del sub-empleo.

También grababan nuestras conversaciones telefónicas, nos espiaban y hacían reuniones de status para bajarnos la moral. Nunca nos felicitaban. Nos negaban vacaciones. No aceptaban reposos médicos (una vez estuve trabajando verde de la gripe, y con fiebre de 40 tuve que caminar bajo la lluvia para cumplir con mi trabajo)

No explicaré más. Renuncié. Y no fui la única: en cosa de 4 meses pudieron hacer realidad su sueño de renovar el staff pues la mitad del viejo equipo había renunciado, y a la otra mitad la despidieron. Eso sí: les salió caro el capricho, pues como fui una de las primeras en irme marqué la pauta en cuanto a liquidación. Ellos alegaban que por ser freelancers no teníamos derecho a las compensaciones monetarias de rigor (prestaciones, utilidades, vacaciones remuneradas, etc.) pero yo me fui al Ministerio del Trabajo y me enteré que yo calificaba como trabajadora y, por ende, tenía derecho a todo. Todos los demás aprovecharon la info y terminamos sacando nuestra plata completa.

Luego vino un trabajo temporal que me reconcilió con el mundo laboral porque las tareas eran complejas pero gratificantes, y mis compañeros eran la mejor gente del mundo. Era una productora independiente y yo era parte de un equipo de productores muy chévere. Conocí todo la parte bonita de tener compañeros de trabajo, me integré rápidamente y recuperé mi autoestima laboral. Pero el proyecto terminó antes de lo planeado y tuve que buscar trabajo de nuevo.

Gracias a Dios conseguí empleo en 15 días, en un portal pequeño pero cumplidor, para el cual sigo trabajando. Estuve unos meses en la oficina pero, por la naturaleza de mi trabajo, aproveché la oportunidad para convertirme en TELETRABAJADORA. O sea: trabajo para esa compañía desde una estación remota de trabajo ubicada en mi hogar, y gracias a la magia del Internet mando lo que hago por e-mail.

Una historia larga y espinosa, con final feliz.



La flojera y yo

Han sido unos días muy movidos a pesar de mi flojera.

El domingo fue mi aniversario de bodas y además de los regalos y la emoción y el almuerzo, lo mejor fue pasarlo tranquilamente, sin demasiado sobresalto. Nosotros somos una pareja muy trabajadora y en días como ese, el mejor regalo es la tranquilidad.

Lo mismo el lunes. Fue el cumpleaños de mi esposo y nuestra celebración fue almorzar juntos, cantar cumpleaños los dos solitos y sentarnos a vernos, felices y enamorados, mientras comíamos torta. ¿Puede la vida ser más bonita que cuando se tiene un plato de torta delante? Lo dudo.

Lo curioso es que fueron dos tartas: pie de limón y tartaleta de frutas, con una crema pastelera super ligera y fresca, como sólo la pueden hacer en St. Honoré.

Ya hoy todo volvió al caos: millones de trabajos, llamadas de todas partes, tres jefes al mismo tiempo pidiendo material… y para remate tenemos el principio de la gripe maluca que está dando por ahí.

Una de las ventajas de ser agente libre, teletrabajador o como quiera que se llame, es que puedes gerenciar tus recursos y combinar lo personal y lo profesional para optimizar la administración del tiempo. En teoría suena fantástico, pero en días como este la práctica es difícil: te provoca echarte en la cama a ver tele, comerte los restos de las tortas y arroparte hasta el cuello. Y la lluvia no ayuda tampoco a levantar las ganas de trabajar.

A pesar de mi flojera, decidí ponerme en marcha a partir de las 7 de la noche y, desde ese momento, no he parado. Creo que ese es otro de los males de los teletrabajadores: el horario cambiado. Nunca trabajo antes de las 10 am, de hecho, para mí lo normal es trabajar después de almuerzo y siesta. Y eso si estoy animada. Sino empiezo más tarde, tipo 6 pm o 7. Claro, que termino a las 3 am y durmiendo las 8 horas me despierto a las 11 am, o sea, un círculo vicioso de horarios cambiados.


Ya postearé más sobre el tema, ahora debo cerrar esto para que el pollo que estoy cocinando no se ahogue en salsa hoisin…





domingo, abril 20, 2003

Me, mi, conmigo

He estado leyendo un pocotón de blogs y me encanta fisgonear en las mini-bios que tienes algunos. Es extraño porque uno sabe que no está "conociendo" realmente a la persona que retratan esos datos, pero de alguna manera una siente que se puede identificar (o no) con sus gustos y aficiones y, por ende, con la persona misma.

¿Y qué pasa si yo pongo un apartado con esos detalles? ¿Cambiarían las cosas? ¿Cambiaría el mundo? ¿Cambiaría, al menos, la percepción que tiene la gente que me lee? No lo sé, no lo creo. A veces esos datos son piezas sueltas, que poco (o nada) ayudan a construir la imagen real de una persona. Hay gente con la que, increíblemente, comparto gustos y aficiones, pero con la que no me llevo nada bien. A veces pasa que queremos las mismas cosas pero por motivos diferentes y eso, por trivial que parezca, cambia todo. Y por otra parte hay gente con la que no me llevaría nada bien si se tratara de comparar gustos, pero que a la hora de la verdad me cae muy bien. Y eso no sólo se refiere a Internet sino a la vida misma.

Creo que es sólo un toque exhibicionista, y no me siento culpable porque me niego a culparme. Todos tenemos ese gusanito por dentro y de vez en cuando nos toca pasearlo. Pero creo que, por los momentos, no publicaré esa parte. Sería muy laaaargo. Además existe otra cosita: no sé si es que soy cambiante o acaso será que me gustan muchas cosas, pero no tengo muchos objetos definidos como "favoritos". Si bien me encanta el color verde, el naranja me mata, el violeta, en fin, muchos muchos colores. Y discos, libros, comiquitas, programas de TV, películas, canciones... Me encantaría poder decir: "Esto ES mi favorito", pero no me pasa con muchas cosas. ¿Cómo publico un aparte autobiográfico entonces? Díganme ustedes, ¿cómo hago?


La mala semilla

Hoy, por fin, vi El Aro. No soy de esas cinéfilas que no se pelan un estreno, pero después de oir tantas críticas buenas sobre este film, decidí verlo. La idea era culminar una excelente celebración aniversaria.

En efecto, la película está mu bien hecha, muy bien logradas las imágenes y el suspenso muy bien llevado. Me impresiona porque el terror ha sido, a lo largo de la historia, un género menor (aunque de culto) así como lo ha sido la novela negra (policial) en la literatura. Hace años había más pasión por este género, pero hoy en día hay más sed de efectos especiales o películas de época, pero lo que es el terror ha caído en el olvido. Y no entiendo por qué. Todos tenemos una parte de nuestra infancia o adolescencia marcada por películas como La Profecía, Amytiville o Poltergeist. Incluso El Exorcista (que nunca me dio miedo, sino asco, qué cantidad de vómito verde, oh Dios) o la serie de Pesadilla en la Calle del Infierno.Lo más reciente es, queizá, Blair's Witch Project o Scream, pero ni de broma llegaron a ser tan buenas.

De esta película lo que más me gustó fue el hecho de que no trataron de justificar la maldad: la niña es mala porque es mala, y punto. Nadie trata de justificar la bondad, pero con la maldad siempre le dan una explicación que calme a la gente (le pegaron cuando era chiquito, etc.). La bondad existe, pero la maldad también, sépanlo. Y muchas veces sin explicación.

El Aro no me mató del miedo pero fue buena. Me hizo recordar películas como El Manitú o La Mala Semilla, excelentes películas del género, aunque muy viejas para ser recordadas por la mayoría.

Yo estoy feliz y de aniversario y creo que me voy a la cama. Qué día tan maravilloso. Ojalá todos fueran como este.


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