martes, noviembre 11, 2003
No lo niego: hace tiempo dejé atrás el prurito ante las ofertas, premios y cupones. Ya lo había comentado antes, es cierto, pero hoy en día soy capaz de asumir, casi con orgullo, que soy una consumidora tan consciente que no pierdo de vista las oportunidades que me presentan los vendedores.
Mi esposo se ganó un almuerzo en un restaurant de carnes, pero el monto era tan alto para dos personas, que haber ido nosotros solos hubiese sido una grosería. Anticipando el cumpleaños de mi mamá, nos sentamos cuatro frente a una mesa llena de carne de la mejor calidad. Genial, rico, perfecto, hasta que vi que me tenía que comer una cantidad vulgar de carne yo solita.
Comimos como locos, y en ese momento lamentamos que mi hermana no nos acompañara (no la invitamos pensando que trabajaría, cuando justamente hoy no lo hizo)… y aun así no consumimos el monto total.
Ahora ruego a Dios poder hacer la digestión antes de medianoche. Qué dolor de panza… aunque nada despreciable siendo gratis!
Mi esposo se ganó un almuerzo en un restaurant de carnes, pero el monto era tan alto para dos personas, que haber ido nosotros solos hubiese sido una grosería. Anticipando el cumpleaños de mi mamá, nos sentamos cuatro frente a una mesa llena de carne de la mejor calidad. Genial, rico, perfecto, hasta que vi que me tenía que comer una cantidad vulgar de carne yo solita.
Comimos como locos, y en ese momento lamentamos que mi hermana no nos acompañara (no la invitamos pensando que trabajaría, cuando justamente hoy no lo hizo)… y aun así no consumimos el monto total.
Ahora ruego a Dios poder hacer la digestión antes de medianoche. Qué dolor de panza… aunque nada despreciable siendo gratis!