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miércoles, noviembre 26, 2003

El Tolón

Hace un mes, cuando diseñábamos uno de los espacios del nuevo Centro Comercial El Tolón, mi esposo y yo pensábamos en esa mala maña venezolana de asumir que estamos en Noruega.

Aunque todavía no se inaugura (y no lo hará hasta finales de enero 2004), el piso 5 es uno de los proyectos más ambiciosos de ese mall: no hay paredes, las tiendas están delimitadas por el cambio de color del piso (mármol, para más señas), cuenta con una gran tarima para presentar espectáculos en vivo con cierta frecuencia y, además, es la única forma de llegar al nivel de los cines.

Los dos restaurantes con los que cuenta son de asiáticos y caros, tiene librería y tienda de discos y hasta una galería de arte/tienda de regalos.

La única imposición de la administración fue que todas las tiendas debían diseñar su estantería de manera tal que, aun cerrada la tienda, se pueda ver la mercancía y las otras tiendas, esto es, los estantes deben ser de metro y medio de altura, y deben funcionar como vitrinas... así que vean cómo cierran su taguara.

En papel, todo les sonaba lindo, pero cuando se vieron ante la realidad de puertas abiertas, andan corriendo para repensarse el asunto de la seguridad. En papel también sonaba lindo el asunto de la vialidad, pero ahora no hallan cómo justificar ante las autoridades las grandes colas que ha generado su invento. En planos los locales tenían cierta forma y tamaño... pero después tuvieron que reemplazarlos pues se dieron cuenta que las cosas no salieron como se esperaban.

Pues sí, no debería causar asombro, pero no estamos en Noruega. Aquí las cosas no funcionan como un relojito, aquí hay realidades que no caben en papel. Eso lo sabe todo el mundo. ¿Tenían que esperar a la inauguración para darse cuenta?


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