viernes, noviembre 28, 2003
Democracia
No hay mejor prueba para un demócrata que ser minoría. Es muy fácil defender la democracia cuando ésta nos favorece, pero no cuando la mayoría decide algo distinto a lo que nosotros apoyamos.
Ante la crisis política que atraviesa Venezuela, se ha accionado un proceso de petición de referendos revocatorios, contemplados por la Constitución.
La semana pasada eran los oficialistas recogiendo firmas para revocar el mandato de diputados opositores. Esta semana, la oposición recoge firmas para pedir que revoquen a diputados del partido de gobierno, así como también al Presidente de la República. Aplaudo ambas iniciativas. Vivir en democracia ofrece esa maravillosa ventaja de ser iguales políticamente.
Sólo me pregunto, ¿qué pasará cuando se conozcan los resultados? Ambas partes creen tener la razón y, de no creerlo, al menos lo pregonan. ¿Qué sucederá entonces, cuando alguno de los dos deba reconocer una derrota? ¿Seguiremos enarbolando la bandera de la democracia?
Como siempre, me adelanto a los acontecimientos haciendo las suposiciones más positivas que puedo hacer, asumiendo como asumo que nadie hará trampa y que el proceso será transparente, pero aún soñando eso, al final siempre veo la misma interrogante: ¿qué pasará cuando alguno deba reconocerse minoría?
No hay mejor prueba para un demócrata que ser minoría. Es muy fácil defender la democracia cuando ésta nos favorece, pero no cuando la mayoría decide algo distinto a lo que nosotros apoyamos.
Ante la crisis política que atraviesa Venezuela, se ha accionado un proceso de petición de referendos revocatorios, contemplados por la Constitución.
La semana pasada eran los oficialistas recogiendo firmas para revocar el mandato de diputados opositores. Esta semana, la oposición recoge firmas para pedir que revoquen a diputados del partido de gobierno, así como también al Presidente de la República. Aplaudo ambas iniciativas. Vivir en democracia ofrece esa maravillosa ventaja de ser iguales políticamente.
Sólo me pregunto, ¿qué pasará cuando se conozcan los resultados? Ambas partes creen tener la razón y, de no creerlo, al menos lo pregonan. ¿Qué sucederá entonces, cuando alguno de los dos deba reconocer una derrota? ¿Seguiremos enarbolando la bandera de la democracia?
Como siempre, me adelanto a los acontecimientos haciendo las suposiciones más positivas que puedo hacer, asumiendo como asumo que nadie hará trampa y que el proceso será transparente, pero aún soñando eso, al final siempre veo la misma interrogante: ¿qué pasará cuando alguno deba reconocerse minoría?