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martes, octubre 21, 2003

Profe, una pregunta…

Este post es totalmente interrogativo. No pretendo plantear un caso cerrado, sólo pregunto a ver si saben.

Ante la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta, me puse a pensar, con una sonrisa en el rostro, en lo bien que se sentirá Juan Pablo II en llevar por el camino de la canonización a una mujer que fue su amiga en vida. ¡Qué orgullo decir: yo conocí a esa persona, y era una santa! ¡Y con qué amor se podrá, entonces, dar luz verde al proceso!

Pasan los días y, como es lógico, aparece más y más información relacionada a este tema. Siempre he pensado que la misión de la Madre Teresa fue una de las más hermosas que han podido emprenderse en un siglo tan egoísta como el XX: amar al pobre, aceptar al marginado, vivir para servir, tener caridad.

Pero resulta que he leído que, en el caso de sor Teresa, existen vicios en el proceso. A pesar de que su muerte ocurrió en 1997 y que deben pasar más de 5 años para iniciar el proceso de beatificación, el de ella empezó antes de la fecha. Parece que se adelantó por cuestión de meses, pero de todas formas era una condición.

Otro de los requisitos era presentar un caso certificado de milagro, por lo menos uno, pero preferiblemente más. En este caso, sólo se ha documentado el caso de una mujer que, con un tumor, rezó a la Madre Teresa, y se vio curada. El problema es que los médicos que documentaron el caso no encuentran nada milagroso en dicha curación: sanó por efecto del tratamiento de rutina aplicado a esos casos. Aun así, este “milagro” fue el que abrió el expediente y permitió llevar a Teresa de Calcuta a la posición de beata.

También aparecieron férreos detractores de su beatificación, gritando a los cuatro vientos, que no sólo es poco confiable este expediente, sino que también se le reconocen nexos con sistemas dictatoriales a la hoy beata de Calcuta. Denuncian un doble discurso que, en la práctica, nada tiene que ver con la caridad. Incluso dudan de los méritos de la Madre Teresa para la obtención de aquel Nobel de la Paz.

De la veracidad de estas cosas, poco es lo que sé. Lo que conozco es la misión de las Hermanas de la Caridad, enternecedora y humilde. Eso es suficiente para convertirla en santa, pero resulta curioso que no se observen los trámites necesarios para proclamarlo.

Fue cuando leí otra información (con corte de opinión, más bien) que denunciaba que el pontificado de Juan Pablo II era uno de los más retrógradas de la historia contemporánea. Hablaba el columnista de la dura oposición al divorcio, el apego al celibato sacerdotal, las trabas ante la igualdad de la mujer, el control de la natalidad, secularización y democratización eclesiástica.

- Pero si el Papa ha escrito libros, es poeta, ha viajado por todo el mundo, se ha acercado a otras religiones, etc.- me dije.

Sí, pero también abrió el proceso de beatificación del Papa Pío XII, el Papa Pacelli, aquel que pecó por omisión ante el horror del holocausto.

Es innegable el carisma de Wojtyla, pero ahora que pienso en tantos tumbos que ha dado la Iglesia bajo su mando, se me alborotan las dudas. Además de viajero y amigo, ¿ha sido un buen Papa? Y vuelve la duda a mi cabeza, ¿por qué ha dado tantos nuevos santos a la Iglesia? ¿Porque realmente eran buenos, o para devolver la esperanza a los cristianos de que la bondad existe?

No sé si hablo de cosas divinas o sólo de esas cosas políticas, mundanas y propias de los hombres. No sé si el Papa Amigo ha sido, más bien, un hábil político que, no sólo ha puesto en el colegio cardenalicio a aquellos que siguen a pie juntillas su manera estricta de controlar a la Iglesia Católica. No sé si tras esa sonrisa, Juan Pablo II nos llevó al pasado. No sé si tomó para sí y para los suyos, las beatificaciones y canonizaciones como premios y muestras de simpatía. No sé si las informaciones que han aparecido son parte de una guerra sucia. No sé. ¿Alguien sabe?



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