lunes, octubre 06, 2003
Nerd
Y ahí estaba yo: de camino al banco, perfumada y vestida coquetamente. Casi divina.
Hasta que llegó esta colegiala malévola, de esas populares y rebeldes, y me miró con el desprecio que miran las personas cool a las nerds del colegio. Venía fumándose un triste cigarrillo, agarrándolo sin ningún tipo de pericia (debe haber empezado a fumar hace 15 días), pisando fuerte y riendo con el grupo de segundonas que le hacían de guardaespaldas.
El pasillo del centro comercial se estrechaba junto en ese punto en el que nos cruzaríamos y, a pesar de que yo tenía prioridad, no me dejó pasó. Lo único que dejó fue la certeza de que, en el fondo, sigo siendo una asustadiza niña poco popular.
La odié.
Y ahí estaba yo: de camino al banco, perfumada y vestida coquetamente. Casi divina.
Hasta que llegó esta colegiala malévola, de esas populares y rebeldes, y me miró con el desprecio que miran las personas cool a las nerds del colegio. Venía fumándose un triste cigarrillo, agarrándolo sin ningún tipo de pericia (debe haber empezado a fumar hace 15 días), pisando fuerte y riendo con el grupo de segundonas que le hacían de guardaespaldas.
El pasillo del centro comercial se estrechaba junto en ese punto en el que nos cruzaríamos y, a pesar de que yo tenía prioridad, no me dejó pasó. Lo único que dejó fue la certeza de que, en el fondo, sigo siendo una asustadiza niña poco popular.
La odié.