martes, octubre 07, 2003
Moneditas de oro
Suena raro, pero hay bloggeros que han perdido la libertad en su propio blog.
Al principio pensaba que era idea mía, pero leyendo y releyendo bitácoras, me encuentro con que hay muchas personas que, en algún momento, sienten que quisieran ser tan anónimos como para permitirse gritar a los 4 vientos (o, al menos, escribir humildemente en su espacio de la red) lo que piensan de la gente, las cosas, la política o lo que sea.
A muchos les pasa, simplemente, la vida. Se quedan callados porque les da la gana y hasta echan todo al olvido (y adiós blog).
A otros les pasa algo peor: de desconocidos, pasan a ser celebridades (o al menos meros desconocidos) dentro de su comunidad bloguera, y asisten a encuentros, verbenas, participan en iniciativas, conocen gente… y después, terminan mal, cohibidos por esa penita que da decir ciertas cosas delante de cierta gente. Es más, les da vergüenza decir que no se llevan bien con todos los demás bloggers, o que, sencillamente, no leen los diarios de algunos de ellos porque no les gustan. Así de simple.
Y es que, aunque suene enfermo, gran parte del atractivo de la red, es ese manto de anonimato con el que uno se recubre. Y no es que todos los bloggers seamos unos reprimidos, ni unos doblecara, ni unos cobardes incapaces de decir a viva voz y con nuestro propio rostro lo que pensamos. Pero hay espacios que se juzgan divinos por el sólo hecho de permitirnos explorar otras posibilidades sin el deseo de agradar o quedar bien ante la sociedad. Y para eso, nada mejor que el anonimato.
Claro, que todo depende de la personalidad. Yo no me escudo tras un nick… lo uso porque esta soy la YO digital. No lo inventé a última hora, lo venía usando desde hacía mucho tiempo ya. Tampoco generé estas páginas llenas de palabras para poder “descargarme” de la gente…sólo de las ideas que tengo en la cabeza, de esas que en cualquier momento se me caerían si no las vaciara en alguna otra parte (nunca me quedó claro si lo que caería sería la idea o la cabeza, pero por las dudas mejor sigo descargando).
A veces, sí, da un poco de pudor saber que tus conocidos te leen, incluso algunos de esos amigos virtuales a los cuales nunca les has visto la cara. Pero no creo que sea razón para sentir que se ha perdido la libertad: algunas personas reprocharían lo que uno piensa o escribe, ya sea frente a frente o a través de una pantalla, y uno lo sabe.
Pero en mi caso, no me quita el sueño. Mis opiniones han sido (y de seguro seguirán siendo) rechazadas y criticadas por muchos (y compartidas y avaladas por otros), y no viene al caso paranoiquearme en el blog por eso. Ese es el precio de tener opiniones propias.
Aparte, ¿quién dijo que somos moneditas de oro que le caen bien a todo el mundo?
Suena raro, pero hay bloggeros que han perdido la libertad en su propio blog.

A muchos les pasa, simplemente, la vida. Se quedan callados porque les da la gana y hasta echan todo al olvido (y adiós blog).
A otros les pasa algo peor: de desconocidos, pasan a ser celebridades (o al menos meros desconocidos) dentro de su comunidad bloguera, y asisten a encuentros, verbenas, participan en iniciativas, conocen gente… y después, terminan mal, cohibidos por esa penita que da decir ciertas cosas delante de cierta gente. Es más, les da vergüenza decir que no se llevan bien con todos los demás bloggers, o que, sencillamente, no leen los diarios de algunos de ellos porque no les gustan. Así de simple.
Y es que, aunque suene enfermo, gran parte del atractivo de la red, es ese manto de anonimato con el que uno se recubre. Y no es que todos los bloggers seamos unos reprimidos, ni unos doblecara, ni unos cobardes incapaces de decir a viva voz y con nuestro propio rostro lo que pensamos. Pero hay espacios que se juzgan divinos por el sólo hecho de permitirnos explorar otras posibilidades sin el deseo de agradar o quedar bien ante la sociedad. Y para eso, nada mejor que el anonimato.
Claro, que todo depende de la personalidad. Yo no me escudo tras un nick… lo uso porque esta soy la YO digital. No lo inventé a última hora, lo venía usando desde hacía mucho tiempo ya. Tampoco generé estas páginas llenas de palabras para poder “descargarme” de la gente…sólo de las ideas que tengo en la cabeza, de esas que en cualquier momento se me caerían si no las vaciara en alguna otra parte (nunca me quedó claro si lo que caería sería la idea o la cabeza, pero por las dudas mejor sigo descargando).

Pero en mi caso, no me quita el sueño. Mis opiniones han sido (y de seguro seguirán siendo) rechazadas y criticadas por muchos (y compartidas y avaladas por otros), y no viene al caso paranoiquearme en el blog por eso. Ese es el precio de tener opiniones propias.
Aparte, ¿quién dijo que somos moneditas de oro que le caen bien a todo el mundo?