martes, octubre 14, 2003
Los problemas de la edad
Gaby posteaba lo difícil que resulta que con menos de dos décadas de existencia, un buen día te pongan a tomar decisiones que determinarán el resto de tu vida. Tiene que escoger qué carrera estudiará y dónde, pero debe prepararse para los exámenes y soportar los rápidos cambios que vive. No parece fácil.
Y, en el fondo, no lo es. Vives una infancia feliz, que se extiende hacia la preadolescencia sin mayores responsabilidades: ser bueno, hacer la tarea, sacar buenas notas y mantener la habitación ordenada (esta última, la más difícil de todas). Un día, así, sin más, tienes que decidir qué carrera quieres estudiar, hacer un trabajo especial para obtener tu título de bachiller, hacer un curso pre-universitario para prepararte, presentar los exámenes de admisión a las universidades, involucrarte en las actividades especiales, la graduación,… y todo esto sin abandonar las buenas notas, el buen humor, el cuarto arreglado. Es una locura.
En mi época, yo no me preocupé tanto porque, aunque toda la vida he sido una floja, para las exigencias de un bachillerato normal yo era una especie de “cerebrito”. Jamás estudié en mi vida, mis apuntes eran los peores, pero mi promedio era bastante alto. Hasta recibí una carta de recomendación de mi colegio por destacarme en computación (no era la mejor, sólo la única que medio entendía Pascal y sabía imprimir sin tener que pedirle ayuda a la profesora). Y a pesar de no ser el caso típico, en el fondo, también me preocupé mucho. Era demasiada presión.
Y es que no es juego: después de ser un niño irresponsable, te ponen millones de cargas adultas sobre los hombros. Empiezas a descubrir el sexo pero te dicen que debes tomar las decisiones correctas en la cama porque sino arruinarás tu vida, empiezas a pensar en lo que quieres hacer y te dicen que debes elegir correctamente porque de eso depende tu éxito el resto de tu vida, empiezas a buscar un lugar en el mundo y te obligan a cumplir demasiados papeles que te impiden estar cómodo en tu propia piel. Es duro.
Pero creo que cada edad tiene sus retos. Y no hablo de cada uno de los años que uno cumple, me parece más bien que hay bloques etáreos que determinan las decisiones que debes tomar. Hay ciertas edades que son un hito y que te empujan a hacer cosas feas que no quieres (pero DEBES) hacer.
Por ejemplo: desde que naces hasta que entras en el kinder, tan sólo eres el bebé de la casa. Después debes abandonar la comodidad a la que estás acostumbrado y tienes que ponerte uniforme, probar otros alimentos, controlar los esfínteres y compartir tus juguetes con desconocidos. Horrible, ¿no?
Yo siento que estoy en uno de esos picos. La verdad, estoy desde hace un par de años, pero me he negado a asumirlo. Y es un fastidio. Siento que soy demasiado chica como para decidir qué quiero ser cuando sea grande, pero soy demasiado grande para comportarme como una niña.
Creo que esos hitos son impuestos desde afuera, es decir, la gente se entera de tu edad y asume que para la pila de años que cargas te toca hacer X ó Y cosa.
Así que me declaro rebelde sin pausa, y ante mi próximo cumpleaños declaro: no sé qué quiere ser en 5 años, no tengo claro mi futuro profesional, no me provoca cursar estudios de cuarto nivel y, encima, no me da la gana de ser mamá ni de usar trajes sastre.
Gracias.

Y, en el fondo, no lo es. Vives una infancia feliz, que se extiende hacia la preadolescencia sin mayores responsabilidades: ser bueno, hacer la tarea, sacar buenas notas y mantener la habitación ordenada (esta última, la más difícil de todas). Un día, así, sin más, tienes que decidir qué carrera quieres estudiar, hacer un trabajo especial para obtener tu título de bachiller, hacer un curso pre-universitario para prepararte, presentar los exámenes de admisión a las universidades, involucrarte en las actividades especiales, la graduación,… y todo esto sin abandonar las buenas notas, el buen humor, el cuarto arreglado. Es una locura.

Y es que no es juego: después de ser un niño irresponsable, te ponen millones de cargas adultas sobre los hombros. Empiezas a descubrir el sexo pero te dicen que debes tomar las decisiones correctas en la cama porque sino arruinarás tu vida, empiezas a pensar en lo que quieres hacer y te dicen que debes elegir correctamente porque de eso depende tu éxito el resto de tu vida, empiezas a buscar un lugar en el mundo y te obligan a cumplir demasiados papeles que te impiden estar cómodo en tu propia piel. Es duro.
Pero creo que cada edad tiene sus retos. Y no hablo de cada uno de los años que uno cumple, me parece más bien que hay bloques etáreos que determinan las decisiones que debes tomar. Hay ciertas edades que son un hito y que te empujan a hacer cosas feas que no quieres (pero DEBES) hacer.

Yo siento que estoy en uno de esos picos. La verdad, estoy desde hace un par de años, pero me he negado a asumirlo. Y es un fastidio. Siento que soy demasiado chica como para decidir qué quiero ser cuando sea grande, pero soy demasiado grande para comportarme como una niña.
Creo que esos hitos son impuestos desde afuera, es decir, la gente se entera de tu edad y asume que para la pila de años que cargas te toca hacer X ó Y cosa.

Gracias.