miércoles, octubre 22, 2003
Distraída
Me impresiona la capacidad que tienen los hombres para concentrarse. Dicen que los hombres se concentran mucho en una sola cosa, mientras que las mujeres nos concentramos un poco menos pero en más asuntos al mismo tiempo. Eso explicaría cómo una madre puede estar pendiente de sus hijos grandes mientras le da de mamar al recién nacido y habla por teléfono con su suegra.
Pero esa experiencia femenina la conozco muy bien porque me es connatural. Lo que no pueda imaginarme es cómo, con los ojos fijos en algo, un hombre puede seguir siendo funcional y estar integrado a su entorno.
Hace unos días, a pocas cuadras de mi casa, decidí subir a un autobús para regresar a mi humilde morada, dada la amenaza de lluvia que oscurecía el cielo. Al abordar la unidad, vi a una chica impresionantemente bella. Bueno, era de esas mujeres que sé que no son bellas, pero que a mí me parecen interesantes, ideales, lindas… de esas que yo quisiera ser.
El caso es que venia embelesada viéndole los brazos (tengo un complejo con los míos), pensando que su color de cabello era lindo (un tinte que jamás usaría yo para no lucir amarilla), y sus blancas manos sin arrugas, cuando la chica pidió bajarse cerca de la farmacia. Me quedé pensando en ella, imaginando cómo sería ser así, cuando me di cuenta ¡había pasado mi parada!
Tuve que caminar como tres cuadras, subiendo la avenida a toda carrera para ganarle a la lluvia, y preguntándome ¿cómo hacen los hombres para admirar chicas en la calle y no chocar, pasarse la parada o pegarse con un poste?
Gracias a Dios, no temo por mi orientación sexual, pero sí por mi integridad física en momentos de distracción.
Me impresiona la capacidad que tienen los hombres para concentrarse. Dicen que los hombres se concentran mucho en una sola cosa, mientras que las mujeres nos concentramos un poco menos pero en más asuntos al mismo tiempo. Eso explicaría cómo una madre puede estar pendiente de sus hijos grandes mientras le da de mamar al recién nacido y habla por teléfono con su suegra.
Pero esa experiencia femenina la conozco muy bien porque me es connatural. Lo que no pueda imaginarme es cómo, con los ojos fijos en algo, un hombre puede seguir siendo funcional y estar integrado a su entorno.
Hace unos días, a pocas cuadras de mi casa, decidí subir a un autobús para regresar a mi humilde morada, dada la amenaza de lluvia que oscurecía el cielo. Al abordar la unidad, vi a una chica impresionantemente bella. Bueno, era de esas mujeres que sé que no son bellas, pero que a mí me parecen interesantes, ideales, lindas… de esas que yo quisiera ser.
El caso es que venia embelesada viéndole los brazos (tengo un complejo con los míos), pensando que su color de cabello era lindo (un tinte que jamás usaría yo para no lucir amarilla), y sus blancas manos sin arrugas, cuando la chica pidió bajarse cerca de la farmacia. Me quedé pensando en ella, imaginando cómo sería ser así, cuando me di cuenta ¡había pasado mi parada!
Tuve que caminar como tres cuadras, subiendo la avenida a toda carrera para ganarle a la lluvia, y preguntándome ¿cómo hacen los hombres para admirar chicas en la calle y no chocar, pasarse la parada o pegarse con un poste?
Gracias a Dios, no temo por mi orientación sexual, pero sí por mi integridad física en momentos de distracción.