viernes, septiembre 12, 2003
Shhhh...
No sé si es que estoy peleona últimamente, pero hasta en la iglesia soy capaz de defender mis derechos. El domingo, por ejemplo, un par de doñas llegaron tarde y se sentaron en el banco que estaba detrás del nuestro.
Como siempre, mi esposo y yo nos hacíamos pequeños comentarios en la iglesia, acercando nuestras caras y hablando muy bajito. Parece que esta práctica, tan común en las iglesias, le molestó a una de las señoras quien, en breve, empezó a decir: “No sé por qué vienen a conversar en misa, lo distraen a uno, si van a hablar quédense en su casa”.
Lindo. La muy cobarde ni siquiera tuvo el valor de decírnoslo directamente, sino que lo comentó como quien habla sola. Si yo hubiese estado hablando de las carreras de galgos o si hubiese estado hablando a todo volumen, me hubiese tragado mi regaño tranquilita, pero como no fue así, me volteé y le dije: “Porque esta es la casa de Dios y todos podemos venir a ella. Si quiere concentrarse más, la próxima vez llegue temprano y agarre un buen puesto”.
Un día de estos me van a partir la cara de un puñetazo por bocona.

Como siempre, mi esposo y yo nos hacíamos pequeños comentarios en la iglesia, acercando nuestras caras y hablando muy bajito. Parece que esta práctica, tan común en las iglesias, le molestó a una de las señoras quien, en breve, empezó a decir: “No sé por qué vienen a conversar en misa, lo distraen a uno, si van a hablar quédense en su casa”.
Lindo. La muy cobarde ni siquiera tuvo el valor de decírnoslo directamente, sino que lo comentó como quien habla sola. Si yo hubiese estado hablando de las carreras de galgos o si hubiese estado hablando a todo volumen, me hubiese tragado mi regaño tranquilita, pero como no fue así, me volteé y le dije: “Porque esta es la casa de Dios y todos podemos venir a ella. Si quiere concentrarse más, la próxima vez llegue temprano y agarre un buen puesto”.
Un día de estos me van a partir la cara de un puñetazo por bocona.