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miércoles, septiembre 03, 2003

Pare de sufrir

No pasa una noche que no zapee en busca de un programa ideal para agarrar el sueño. Me aburren tanto la Femme Nikita como las repeticiones de Saturday Night Live, así que al filo de la medianoche trato de llegar a Fox para ver un episodio de Futurama o Los Simpson (que no importa cuán repetidos sean, me encantan).

En ese paseo por los canales, siempre me encuentro con los larguísimos infomerciales de Oración Fuerte al Espíritu Santo (Pare de Sufrir). A pesar de que me han contado que el líder de esta secta fue echado de Brasil por estafador, a pesar de que sé que todo es un engaño, estos infomerciales provocan una fascinación total sobre mí. No puedo evitar quedarme viendo cómo “María” dejó de pelear con su marido alcohólico que le pegaba, en su ranchito 4mts.x4mts., con tan sólo pagar por la flor bendita, el agua milagrosa y las oraciones sanadoras. La salvación tiene un precio, y esta gente factura grandes cantidades de dinero por una imitación de tercera.

El hecho es que, lo pienso, y no le encuentro sentido. ¿Por qué pagar por el toque de Dios? ¿Qué tiene este guía espiritual que no tiene el resto de la humanidad? Si es tan bueno, ¿por qué la mitad del mundo sigue condenado?

Tomemos un caso típico: no consigo trabajo. En pantalla aparece una mujer andrajosa y maloliente (no se huele, pero se nota), quejándose de su mala suerte laboral. Luego de 8 meses de pagar misas, flores y agua embotellada a precio de tiara de diamantes, la señora consigue empleo.

La primera pregunta es: ¿con qué dinero pagó su “tratamiento espiritual” si estaba desempleada? La segunda: después de 8 meses buscando empleo, ¿no era cuestión de tiempo para que algo apareciera? Tercera: si estaba día y noche en el templo, ¿cuándo buscaba trabajo y cuándo fue a la entrevista?

Ahora, unas reflexiones:

Primero que nada, hay que afeitarse. Nadie le da trabajo a una mujer que tiene más bigotes que Ned Flanders ni a un hombre al que no se le ve la cara de tanto pelo. Sépanlo: ni en el circo están de moda las mujeres barbudas.

Segundo: báñense. Mi madre siempre dice que no importa que seas pobre, siempre que seas limpio y honrado. Hagan la prueba: vayan a pedir trabajo luego de haber dejado de bañarse una semana entera. No importa cuán calificado estés, tu mala apariencia te cerrará las puertas.

Tercero: para los creyentes Dios es gratis. Es decir, hay dioses que piden sacrificios, hay dioses que te dicen que estás condenado a tener cierta posición social en esta existencia, y hay religiones que alegan que Dios premia a los devotos con éxito material, PERO, de entrada, Dios es gratis. Usted trabaja para llegar a él, usted le pide un premio de lotería, usted regala dinero a su templo para agradecerle lo que hoy tiene, pero nunca ha llegado a mi puerta un ángel cobrando impuestos. Las religiones que basan la experiencia divina en el dinero son, sencillamente, un negocio. Mi relación con Dios es directa, y a pesar de sus altibajos, no es una transacción comercial.

Cuarto y último: Si estás en un país con contracción económica, desempleo creciente, PIB desplomado y a punto de quebrar, ¿no suena lógico que no consigues trabajo PORQUE NO HAY, y no porque alguien lanzó un hechizo sobre ti?

No quiero descalificar credos distintos al mío, pero esto es demasiado bizarro. Un espectáculo para comerciar con la desesperación ajena. Y así, muchos etcéteras. Es un horror. Y después dicen que Los Simpson deforman la mente.



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