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viernes, septiembre 12, 2003

LOL

Shannon antes de LOL
Shannon después de LOL
Anoche vi en la tele una iniciativa increíble: Locks of love. Rizos de amor es una asociación sin fines de lucro que busca proveer de pelucas a niños que sufren enfermedades que les impiden el crecimiento de su cabello natural, permanentemente.
Yo a veces siento que los gringos se fajan en inventar cosas sin sentido, pero este asunto de LOL me ha parecido hermoso. Aunque parezca superficial, la apariencia puede determinar el estado de ánimo de una persona. Imaginen a un niño que, enfermo, tiene una lustrosa calva: sus amiguitos le harán burla, su rostro habrá cambiado dramáticamente en relación al momento en el que tenía pelo y, sencillamente, se sentirá “diferente” al resto.

Hay testimonios de niños que recuperaron su deseo de vivir y de relacionarse con sus amigos desde que les llegó la peluca de LOL. Hay niños que ya no se ven al espejo llorando, pues no sienten que la vida les haya robado algo.

El cabello a donar puede haber sido teñido o “permanentado”, pero no debe estar dañado químicamente, para asegurar la larga vida de la peluca. La cola a donar debe estar recogida con una liga y debe medir algo así como 25 cms. o más. No hay otros requisitos. Hay salones de belleza que cortan el cabello para estas donaciones gratuitamente. Y la gente ha respondido tan favorablemente que hasta el día de hoy la fundación ha devuelto la sonrisa a más de 800 familias. (cada peluca necesita entre 10 y 15 colas de caballo para ser terminada, saquen la cuenta…)

A veces pienso que me encantaría que en mi país existieran iniciativas como esa, pero al mismo tiempo las considero tan especializadas que imagino que sería mejor empezar por el principio, por cosas más sencillas. Sería tan distinto si un día todos los venezolanos limpiáramos nuestro closet y donáramos la ropa que ya no usamos (ese sweater de primaria que ya no te sirve, por ejemplo), pensando en tanta gente que no tiene qué ponerse encima en una noche de frío. Sería tan distinto que alguna vez pensáramos en ser voluntarios en algún refugio. Sería ideal que existieran más refugios.

Pero, lamentablemente no hablamos de la falta de fundaciones que donan pelucas, se trata de la falta de sensibilidad social y del exceso de individualismo. Pero también hay que considerar que estamos tratando de sobrevivir. No todos tenemos tiempo para dedicárselo a algo distinto al trabajo que nos da de comer. No hay empresas que, luchando contra los desmanes del gobierno y el desplome económico, pueda destinar recursos para la fabricación de pelucas o de albergues.

Ojalá en cada urbanización y barrio existiera un centro comunitario donde pudiéramos ayudar, sin tener que abandonar nuestros deberes personales. Ojalá. No pierdo la esperanza.



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