domingo, septiembre 21, 2003
Deseo no preña
Ese refrán, por ingenuo, me parecía romántico. Lo que no nunca me pareció fue real, pues siempre he estado convencida del poder de la mente para lograr lo que visualiza.
Pero esa certeza de que las energías reunidas pueden hacer lo imposible, es lo que me llena de angustia en días como este. Y es que, a pesar de los buenos deseos, creo que la gente me va a preñar.
Mi estómago siempre ha sido –trataré de no llamarlo débil para que no se ofenda y se desquite- “delicado” y apenas siente una perturbación cósmica, o presiente una rueda de tomate o se siente movido a hacerme una escena de drama, se desquicia y me duele. Los episodios de náuseas, dolores abdominales y pequeñas marramucias similares no han sido cosa extraña en mi vida.
El asunto es que hoy en día, apenas toco el tema del malestar estomacal, saltan como 10 analistas espontáneos a diagnosticar un embarazo.
Dudo que lo hagan con malicia, imagino entonces que lo hacen con un poco de lógica, pero más que todo con anhelo. Ya una amiga de mi esposo me preguntó hace un mes que cuándo pretendía yo embarazarme, que la idea le hacía ilusión.
Y es lindo que la gente lo quiera poner a uno a ser mamá, sobre todo porque algo especial debo tener para que ya quieran convertirme en una, me verán enamorada e independiente, o madura y cariñosa, o verán alguna combinación emocional que desconozco… lo único que olvidan es que a mí me da pánico. Y sueño con que algún día se me quite, pero mientras tanto, sueño tan sólo con que deseo no preñe…

Pero esa certeza de que las energías reunidas pueden hacer lo imposible, es lo que me llena de angustia en días como este. Y es que, a pesar de los buenos deseos, creo que la gente me va a preñar.
Mi estómago siempre ha sido –trataré de no llamarlo débil para que no se ofenda y se desquite- “delicado” y apenas siente una perturbación cósmica, o presiente una rueda de tomate o se siente movido a hacerme una escena de drama, se desquicia y me duele. Los episodios de náuseas, dolores abdominales y pequeñas marramucias similares no han sido cosa extraña en mi vida.
El asunto es que hoy en día, apenas toco el tema del malestar estomacal, saltan como 10 analistas espontáneos a diagnosticar un embarazo.
Dudo que lo hagan con malicia, imagino entonces que lo hacen con un poco de lógica, pero más que todo con anhelo. Ya una amiga de mi esposo me preguntó hace un mes que cuándo pretendía yo embarazarme, que la idea le hacía ilusión.
Y es lindo que la gente lo quiera poner a uno a ser mamá, sobre todo porque algo especial debo tener para que ya quieran convertirme en una, me verán enamorada e independiente, o madura y cariñosa, o verán alguna combinación emocional que desconozco… lo único que olvidan es que a mí me da pánico. Y sueño con que algún día se me quite, pero mientras tanto, sueño tan sólo con que deseo no preñe…