domingo, septiembre 07, 2003
Callar un poco
Debo confesar que, a diferencia de un grueso grupo de bloggers, a mi no me pasa por la cabeza postear todo lo que me pasa. Me da miedo, Temo, en lo más superficial (se supone que debería decir “en lo más profundo”, pero no, soy frívola en este caso), que se me acaben las anécdotas.
Si yo pensaba que era aburrida en fiestas por no tener el hábito del baile, imagínense que me reúna con gente que haya leído mi vida aquí. ¿Quién querría conversar conmigo? A menos que sean adictos a las repeticiones, nadie querría hablar conmigo, sintiendo que ya saben lo que voy a decir o, peor aún, esperando que cambie la historia inicial para decirme “ajá, mentiste en el blog”.
¿Y qué pasaría si alguien que habla conmigo no sabe que soy Superdharma y, sencillamente, cree que soy un ser sin personalidad que se roba la vida de alguien que la ha publicado en un blog?
Si yo fuera Seinfeld no me preocuparía, si tan siquiera fuera un poco Elaine, o quizás un poquito como Cartman, a lo mejor sería distinto, pero sin mis anécdotas no tengo gancho. Claro, que con las cosas raras que me pasan a diario, con mi ácida forma de ver la vida y con esta venenosa lengua, siempre tendría con quien hablar, pero no sería lo mismo. ¿Cómo vivir sin contar, por primera vez, esa anécdota del jardín de niños, cuando la maestra salió un momento del comedor y al regresar me encontró bailando sobre lamesa, entre los platos de comida y los vasos de leche? ¿Cómo sobrevivir sin contar que al carro de mi esposo le cayó un árbol en el techo a pocos minutos de haberlo estacionado frente a su casa? ¿Cómo?
Debo confesar que, a diferencia de un grueso grupo de bloggers, a mi no me pasa por la cabeza postear todo lo que me pasa. Me da miedo, Temo, en lo más superficial (se supone que debería decir “en lo más profundo”, pero no, soy frívola en este caso), que se me acaben las anécdotas.

¿Y qué pasaría si alguien que habla conmigo no sabe que soy Superdharma y, sencillamente, cree que soy un ser sin personalidad que se roba la vida de alguien que la ha publicado en un blog?
Si yo fuera Seinfeld no me preocuparía, si tan siquiera fuera un poco Elaine, o quizás un poquito como Cartman, a lo mejor sería distinto, pero sin mis anécdotas no tengo gancho. Claro, que con las cosas raras que me pasan a diario, con mi ácida forma de ver la vida y con esta venenosa lengua, siempre tendría con quien hablar, pero no sería lo mismo. ¿Cómo vivir sin contar, por primera vez, esa anécdota del jardín de niños, cuando la maestra salió un momento del comedor y al regresar me encontró bailando sobre lamesa, entre los platos de comida y los vasos de leche? ¿Cómo sobrevivir sin contar que al carro de mi esposo le cayó un árbol en el techo a pocos minutos de haberlo estacionado frente a su casa? ¿Cómo?