lunes, septiembre 01, 2003
Buenísima
No sé en qué momento justo después de morir, la persona se vuelve buena. Y si era buena, se vuelve buenísima (Por lo que he visto, si era buenísima, se convierte en santa, pero de eso se encarga el Papa).
Me asombra cómo la gente cambia su opinión sobre una persona una vez que esta muere. Olvidan sus defectos (no los matizan, LOS BORRAN), inventan una belleza insondable y hablan de unos logros increíbles, a pesar de que, en vida, la persona les haya parecido mala, fea y hasta despreciable.
Y no, no digo que haya que alegrarse por la muerte de alguien, o que deba recordarse sólo lo malo, pero no soy partidaria de inventar cosas. ¿Cuál es el sentido? ¿Engañar a Dios para que le den entrada al Cielo? ¿Asegurarse de que, cuando a uno le toque morir, habrá alguien que perdone nuestras faltas?
Yo sí soy imperfecta y lo reconozco, y no sé cuánto tiempo más me queda por vivir, pero de seguro cometeré algunas injusticias y equivocaciones más, y no dudo que haya quien me tenga rabia (bien merecida además), así que no aspiro a la beatificación al día siguiente de mi partida. Ojalá uno pudiera decidir sobre su muerte, y dejar instrucciones sobre cómo quiere ser recordado, pero no es así. Si fuera tan fácil, preferiría ser recordada de una manera auténtica, porque de nada me sirve ser buena una vez que haya muerto. Prefiero la verdad, con todos sus matices y notas agridulces.
La pregunta es, ¿por qué se me metió esto en la cabeza?
No sé en qué momento justo después de morir, la persona se vuelve buena. Y si era buena, se vuelve buenísima (Por lo que he visto, si era buenísima, se convierte en santa, pero de eso se encarga el Papa).
Me asombra cómo la gente cambia su opinión sobre una persona una vez que esta muere. Olvidan sus defectos (no los matizan, LOS BORRAN), inventan una belleza insondable y hablan de unos logros increíbles, a pesar de que, en vida, la persona les haya parecido mala, fea y hasta despreciable.
Y no, no digo que haya que alegrarse por la muerte de alguien, o que deba recordarse sólo lo malo, pero no soy partidaria de inventar cosas. ¿Cuál es el sentido? ¿Engañar a Dios para que le den entrada al Cielo? ¿Asegurarse de que, cuando a uno le toque morir, habrá alguien que perdone nuestras faltas?
Yo sí soy imperfecta y lo reconozco, y no sé cuánto tiempo más me queda por vivir, pero de seguro cometeré algunas injusticias y equivocaciones más, y no dudo que haya quien me tenga rabia (bien merecida además), así que no aspiro a la beatificación al día siguiente de mi partida. Ojalá uno pudiera decidir sobre su muerte, y dejar instrucciones sobre cómo quiere ser recordado, pero no es así. Si fuera tan fácil, preferiría ser recordada de una manera auténtica, porque de nada me sirve ser buena una vez que haya muerto. Prefiero la verdad, con todos sus matices y notas agridulces.
La pregunta es, ¿por qué se me metió esto en la cabeza?