miércoles, septiembre 17, 2003
Adolescencia
Hace días leía en el periódico un reportaje sobre la depresión en adolescentes. Decía el diario que los muchachos de hoy sufren de presiones, complejos y demás hierbas, que los empujan a albergar sentimientos derrotistas e, incluso, suicidas. Carajo, !descubrieron el agua tibia!
Citaban el caso de una muchacha que reportaba sentimientos de aislamiento y soledad, y que solía preguntarse: si muriera mañana, ¿quién iría a mi velorio?
Ja. Yo misma sentí cosas como esa alguna vez, de hecho, la misma pregunta oscura pasó por mi confundida cabecita en cierto momento de mi vida.
O sea, no hablamos de los adolescentes de hoy, hablamos de los adolescentes. Punto.
La anorexia, por ejemplo, es una mal que parece nuevo, pero no lo es. Lo nuevo es que ahora tiene nombre, pero desde hace aaaaaños los jóvenes se han sentido atormentados por las presiones del medio en el que se desenvuelven, y han ayunado, vomitado y castigado su cuerpo.
Caramba, y es que todo el mundo espera (y exige) muchas cosas de ti justo en el momento en el que apenas te estás definiendo como persona. Uno busca su espacio y su propia cara. Uno trata de entender quién es y cómo encaja en el mundo. Y justo en ese instante vienen a pedirte que seas lindo, flaco, saludable, buen estudiante, alegre, simpático, apegado a la familia, que socialices bien, que ayudes en casa... demasiado.
Y eso sin contar que se te alborotan las hormonas y tus padres, que todavía te ven como un infante, quieren negarlo. No quieren pensar que quieres explorar tu sexualidad, que empiezas a besarte, y a buscar "horizontalizarte" de ser posible. Y esa no es la opción más inteligente. Les guste o no, uno explora, y reprimir esas conductas sólo las exacerba.
En fin, la buena noticia es que, a pesar de todo, la adolescencia pasa. Y aunque uno no lo crea posible, se supera (Claro, que después de esa etapa vienen otras igualmente exigentes, pero eso es harina de otro costal).
Mi punto es (y no es que deba existir moraleja) que la vida siempre ha sido así, y por renombrar las cosas no las estamos creando. Es terrible que un periódico publique cosas como esta como si se tratara de un descubrimiento asombroso. Es como borrar toda la experiencia adquirida por generaciones, y empezar de cero. Eso confunde a los padres y los hace olvidar lo que saben, los hace olvidar que fueron adolescentes también y los hace olvidar que sus hijos son seres reales y no ratas de laboratorio.
Hace días leía en el periódico un reportaje sobre la depresión en adolescentes. Decía el diario que los muchachos de hoy sufren de presiones, complejos y demás hierbas, que los empujan a albergar sentimientos derrotistas e, incluso, suicidas. Carajo, !descubrieron el agua tibia!
Citaban el caso de una muchacha que reportaba sentimientos de aislamiento y soledad, y que solía preguntarse: si muriera mañana, ¿quién iría a mi velorio?
Ja. Yo misma sentí cosas como esa alguna vez, de hecho, la misma pregunta oscura pasó por mi confundida cabecita en cierto momento de mi vida.
O sea, no hablamos de los adolescentes de hoy, hablamos de los adolescentes. Punto.
La anorexia, por ejemplo, es una mal que parece nuevo, pero no lo es. Lo nuevo es que ahora tiene nombre, pero desde hace aaaaaños los jóvenes se han sentido atormentados por las presiones del medio en el que se desenvuelven, y han ayunado, vomitado y castigado su cuerpo.
Caramba, y es que todo el mundo espera (y exige) muchas cosas de ti justo en el momento en el que apenas te estás definiendo como persona. Uno busca su espacio y su propia cara. Uno trata de entender quién es y cómo encaja en el mundo. Y justo en ese instante vienen a pedirte que seas lindo, flaco, saludable, buen estudiante, alegre, simpático, apegado a la familia, que socialices bien, que ayudes en casa... demasiado.
Y eso sin contar que se te alborotan las hormonas y tus padres, que todavía te ven como un infante, quieren negarlo. No quieren pensar que quieres explorar tu sexualidad, que empiezas a besarte, y a buscar "horizontalizarte" de ser posible. Y esa no es la opción más inteligente. Les guste o no, uno explora, y reprimir esas conductas sólo las exacerba.
En fin, la buena noticia es que, a pesar de todo, la adolescencia pasa. Y aunque uno no lo crea posible, se supera (Claro, que después de esa etapa vienen otras igualmente exigentes, pero eso es harina de otro costal).
Mi punto es (y no es que deba existir moraleja) que la vida siempre ha sido así, y por renombrar las cosas no las estamos creando. Es terrible que un periódico publique cosas como esta como si se tratara de un descubrimiento asombroso. Es como borrar toda la experiencia adquirida por generaciones, y empezar de cero. Eso confunde a los padres y los hace olvidar lo que saben, los hace olvidar que fueron adolescentes también y los hace olvidar que sus hijos son seres reales y no ratas de laboratorio.