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martes, agosto 26, 2003

Distintos pero complementarios

En estos días hablaba con mi esposo acerca de la inclinación que sienten los hombres por independizarse laboralmente. Ellos sienten mayor atracción por montar empresa propia e imaginarse un futuro corporativo muy brillante. Al final de la conversación me decía: "bueno, es que yo creo que cualquiera que se quiera un poquito, desea montar su propio negocio". Me dejó sin habla. Tomé aire, lo pensé un poco, y le dije: "es una postura muy masculina".

Ciertamente los machos se inclinan por desear posiciones de poder, mientras que nosotras aspiramos a establecer relaciones. Y no quiero decir que no haya mujeres empresarias, proactivas, entrepreneurs... hoy más que nunca se registra un crecimiento en la cantidad de mujeres directivas.

Pero los estudios que revelan que cada vez hay más mujeres en los negocios, también indican que mientras los hombres desean altos cargos, autonomía y elevadísimos salarios (aun cuando no reciban ningún otro beneficio), las mujeres prefieren ganar menos, pero tener flexibilidad de horario, seguros médicos y odontológicos, estabilidad laboral y ser parte de un equipo (y no su cabeza).

Las mujeres podemos tener habilidades matemáticas y, en general, científicas, iguales o superiores a las de los hombres, aunque hasta hace poco se pensaba que sólo los hombres podían sacar cuentas y utilizar un reactor nuclear. Pero, a diferencia de ellos, las mujeres podemos concentrarnos en más cosas al mismo tiempo, y preferimos utilizar nuestros conocimientos para establecer y mantener relaciones, ya sea por medio de la enseñanza, el coaching o, simplemente, como parte de un equipo.

Los hombres, en cambio, sólo pueden concentrarse en una o dos cosas, pero se concentran tanto que ningún estímulo puede sacarlos de ese trance. De esa manera, el tiempo se les pasa y olvidan la hora, por lo cual trabajan horas extra sin notarlo. Además, la profunda concentración les dificulta el trabajo en equipo y por eso prefieren trabajar solos, o mandar a otros a hacer cosas, pero cada uno en lo suyo. Por la tradición que les enseña a ser los grandes proveedores, aspiran a sueldos gordos, para que a su familia no le falte nada, aunque no sepan muy bien cómo darles cosas distintas a las materiales (afortunadamente, han aprendido con el tiempo).

Yo veo mi vida en diez años y aspiro a un mejor sueldo, mejores beneficios y la misma flexibilidad que tengo hoy en día. No quiero ser dueña de nada distinto a los realitos que tengo en el banco y lo que pueda comprar con ellos. Me asusta cuadrar cuentas para mantener una oficina, y pagar equipos, servicios, empleados, impuestos y proveedores. Me estresa sólo pensarlo. Quisiera que para ese momento, mi trabajo me permita faltar un día para llevar al niño al médico, o para hacer compras o para pasar un día con él.

Los hombres, en cambio, suelen verse como cabezas de una corporación, o como dueños de una micro-empresa, trabajando muuucho para ganar muuucho y poder irse de vacaciones, comprar un carro último modelo, una moto y una casa con jardín para hacer parrillas.

Y sí, lo que digo aquí es muy general, no se aplica en todos los casos, pero aunque no haya nada matemático en todo esto (a pesarde que muchos estudios y libros presenten los datos que aquí comparto), lo que es innegable es que hombres y mujeres somos diferentes. Es divino conocer y aceptar esas diferencias, y entender que siendo opuestos podemos complementarnos.


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