<$BlogRSDUrl$>

jueves, agosto 07, 2003

Carta a Tom

"Todo pueblo tiene el gobierno que se merece"
Thomas Jefferson



Lo cierto, señor Jefferson, es que han tomado sus palabras para callar toda crítica política en el mundo. Lo cierto es que usted hablaba de pueblos enteros, no de gente en particular. O más bien sí: de esa gente que pertenece a la mayoría, sea buena o mala, porque esa es a la que escuchan, esa es la que escoge presidente en democracia, esa es la que hace bulto.

Disculpe que me dirija a usted con este desparpajo, pero ya que estamos en esto, déjeme llamarlo Tom, porque lo que escribo es una reflexión personal, y me sentiría incómoda compartiéndola con usted si media la distancia.

Le hablaba de las mayorías porque en su existencia misma radica un grave problema: aplastan minorías. Y yo, Tom, soy minoría. No digo que sea minoría por ser latina, pues eso sólo valdría fuera de este territorio. Digo que soy minoría porque mi madre (quien tuvo la ardua tarea de criarme, lamentablemente sin mi difunto padre), me enseñó a lavarme las manos antes de comer, a esperar la luz roja para cruzar la calle, a ser honesta y aseada, a no robar, a sonreír cada vez que me sea posible y a llorar cada vez que lo necesite, me enseñó el valor del trabajo, de la vida, de la libertad, a ser tolerante, a respetar a los demás. Eso, en mi país, es una rareza, por lo que, como usted comprenderá, soy minoría.

No me voy a quejar de lo duro que resulta serlo, aunque podría, pero mi madre también me enseñó que uno sólo se queja cuando con la expresión de esa molestia que lo agobia resuelve en algo la situación. Yo lo que quiero es aclarar, con su permiso, el valor de su frase, de esa que de tanto repetirse, se está gastando, y que ya suena más a insulto que a reflexión.

Mi país hoy en día sufre las consecuencias de un proceso de descomposición moral y cultural, de la cual derivan la mayoría de sus males. Sin educación no somos nada. Y no crea que soy una elitesca al hacer esta afirmación, pues no hablo sólo de esa formación académica inaccesible para tantos. Yo me refiero a la educación casera, a la formación moral que nos dan nuestros padres, hermanos, abuelos, tíos. Porque ningún niño nace sabiéndolo todo. Uno nace para aprender, y creo no equivocarme al señalar que uno de los aprendizajes más valiosos es el que se saca del hogar, cuando somos pequeños, sencillos y vulnerables. Con esa primera carga de conocimientos juzgamos los posteriores, asumimos posturas y perspectivas, comprendemos el mundo. Eso que llaman criterio se forma desde que estamos muy niños, cuando mami y papi nos inculcan valores y nos heredan su forma de ver las cosas, nos enseñan a diferenciar el bien del mal.

Cuando se habla de una democracia que agoniza, enseguida se señala al pueblo como el culpable. No niego que haya pueblos culpables y alevosos, pero muchos de esos pueblos sólo son ingenuos, y en ese caso, no son culpables sino víctimas. No diré cuál es el caso del mío, sólo me conformo con hacer la distinción.

Le decía que su frase es el escudo de los que quieren mantener distancia, lavarse las manos, sacudirse el problema o, sencillamente, no estudiarlo a fondo para no descubrir lo que sospechan: que a veces ocurren errores, a veces caemos en el engaño y, a veces, somos producto de nuestra circunstancia.

Cuando se habla de política, no todo es tan fácil como decir: los de allá son los culpables. Hay millones de factores. Y no hay divisiones tan reduccionistas como “gobierno” y “oposición”, a los cuales les ponemos el cartelito de “estos son los buenos” y “estos son los malos” según sea el gusto.

Tom: no me vas a creer cuando te diga que, a pesar de que sufro esta crisis venezolana en carne propia, y a pesar de que no me gusta el gobierno, no le echo la culpa al pueblo. ¿Qué harías tú si un día, mientras te mueres de hambre, llega alguien que te ofrece comida, trabajo, educación y alimento, por un voto?

Y ya que pasamos al tuteo, entraré más en confianza: ¿sabías que, en este país, no existen grises? ¿Sabías que si no me gusta el presidente, se supone que tengo que firmarle un cheque en blanco a la oposición, aun sin ver sus rostros ni sus intenciones? ¿Sabías que si uno reconoce una buena obra de este gobierno, automáticamente lo está apoyando, aunque también señale sus fallas?

Pero los que estamos en esta difícil posición minoritaria, a pesar de todo, somos valientes. Nos atrevemos a decir lo que pensamos aunque nadie nos escuche, nos atrevemos a intentar hacer las cosas bien, nos atrevemos a tratar de rescatar los valores. Yo, por lo menos, lo hago. Y dirás que soy tonta, pero es que tengo la secreta esperanza de que, poquito a poco, mi labor de hormiguita tenga algún fruto.

Dicen que el camino al infierno está empedrado con buenas intenciones, lo que significa que, aunque hayas tenido el ánimo de hacer las cosas bien, si cometes un error tendrás que pagarlo. Este pueblo cometió un error, gravísimo la verdad sea dicha, al escoger a este presidente, y aunque no fue con mala intención, le ha tocado pagarlo muy caro. Pero cuando digo “pueblo” me refiero a la mayoría, aunque al final paguen justos por pecadores.

Razón no te faltaba, Tom, al pronunciar aquella lapidaria frase, pero se equivocan los que hoy la repiten al pensar que sentiré culpa por oírla. No sólo NO voté por este presidente, sino que estudié responsablemente la situación, usando ese criterio que heredé de mi buena familia. Aun así, la mayoría decidió, y aquí estamos. ¿Y? ¿Resolvemos algo son tan sólo señalar el culpable? ¿Hacemos algo si nos cruzamos de brazos, odiando al que tomó la decisión? Ya el daño está hecho, no importa quién sea el responsable: lo primero es resolver este problema. Y es que, la discusión no acaba con adjudicar una culpa, ni con tratar de crear cargo de conciencia, así que no traten de asustarme con una cita mal hecha: pónganse a trabajar. Asuman desde ya la responsabilidad que les toca, desmuestren que ustedes sí pueden hacerlo bien, reconozcan que el problema es de raíz y cortando unos pocos frutos podridos no resuelven gran cosa. Eso es lo que les digo a los que me azuzan con tu frase.

Te digo esto, Tom, porque sé que no fue tu intención regalarle una excusa a los ociosos y a los resentidos. Sigo creyendo que tienes razón, pero a diario trabajo humildemente para contribuir a que cambie la situación, a regenerar a este pueblo inocente que ahora se alimenta del odio. Y por eso mismo te escribo: porque sé que te molestaría saber que tus palabras se usan sólo como armas para destruir, y no como herramientas para construir.

Espero no haberte molestado demasiado.



This page is powered by Blogger. Isn't yours?