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jueves, julio 03, 2003

Superdharma

Una vez contaba que antes de ser Superdharma, yo fui Dharma, pero perdí la cuenta de e-mail que tenía ese nick, así como el número de icq (es duro perder el disco de una PC en la que se tiene toda la info) y decidí rebautizarme como Super porque me pareció una versión mejorada. Además sentía (y siento) que suena a heroína del Salón de la Justicia, de esas que usan disfraz con capa y todo, y que hasta tiene superpoderes.

Y es que las heroínas me producen una gran fascinación, no por un asunto feminista tonto, sino porque en mi época eran pocas las mujeres superdotadas en los comics, lo que las hacía especiales.

Sueño con tener una identidad secreta, con dar patadas mortales que derriben a mis atacantes, con tener poderes ultrasensoriales, con tener habilidades extraordinarias para el espionaje y, además, tener mi vida normal como ama de casa, estudiante universitaria o reportera de algún diario local.

En estos días, con la mente en el juego de Xbox, me he sentido un poco “superior”. Y no es que ande pedante, sino que veo a la gente y me provoca decirles: “aquí donde me ven, soy capaz de lanzar ataques ninja”. Secretamente estoy convencida de que una parte de mí es super héroe (y si, me suena mejor héroe que heroína).

El caso es que en estos días me desvelé viendo Alias, y la protagonista estaba en sus típicas misiones secretas de contraespionaje, en las que demuestra su inteligencia, su capacidad de disfrazarse hasta de árbol, sus habilidades hackers, etc. A pesar de tener la adrenalina a millón, me quedé dormida. Como a las 4 am, sonó el celular de mi esposo y me despertó. No contestamos la llamada (estábamos demasiado dormidos para rastrear el móvil), pero parece que el ring se me quedó en la cabeza y, desde ese momento, mezclé el episodio de la espía con la llamada, me creí agente secreto y pasé toda la mañana soñando que debía llevar a cabo una misión muy importante. Hasta me desperté para darle un mensaje en clave a mi marido, pero él no entendió mucho y yo, dormida, seguí pensando en salvar al mundo.

Confieso que me sentí un poco estúpida al despertar y recordar lo sucedido, pero en ciertos momentos del día, esos donde la memoria y la imaginación se unen, pienso que fui atrapada por mis enemigos y que me inyectaron algo que me produjo amnesia. En esos momentos pienso que debo esforzarme por recordarlo todo, porque el destino del mundo está en manos de Superdharma.



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