lunes, julio 21, 2003
Déjame aclarar una duda que tienes…
Hay gente que, por pensar distinto, asume que uno es un animal. Digamos que uno está expresando una opinión, dentro de los cánones (claro está) de la cortesía y asumiendo la responsabilidad por lo que está expresando, cuando algún cretino te dice: déjame aclararte una duda que tienes. ¡Pero si no estoy dudando! Sé lo que digo, y lo digo porque lo pienso.
Claro, la cosa está en que hay gente que hace estas intervenciones absurdas como queriendo decir: serías mejor tú, si fueras más como yo.
Contrastar opiniones es chévere, es nutritivo, es interesante, pero imponerlas es una tontería:
1. Porque cada cabeza es un mundo, con lógica propia y con apegos distintos.
2. Porque al final, cada quien piensa lo que le da la gana (te pueden obligar a hacer algo, pero a pensar algo es una cosa más difícil).
3. Porque hay que celebrar las diferencias y aprender de ellas, no tratar de establecer un comunismo mental.
Más de uno te quiere enredar con aquello de que tiene un título en quién sabe qué porquería, o diciendo “yo sí sé lo que te digo” o cosas así, las modalidades son infinitas. ¿Cómo demostrar que tú sabes más que otro sólo de palabra, así, sin argumentos válidos? Sí, siempre la bendita intolerancia.
Buenísimo, a esa gente se le inflará el ego con esas imposiciones, pero al final uno piensa lo que quiere. Lástima que haya gente que necesite de estas prácticas para sentir que son alguien en la vida, ¿no?
Hay gente que, por pensar distinto, asume que uno es un animal. Digamos que uno está expresando una opinión, dentro de los cánones (claro está) de la cortesía y asumiendo la responsabilidad por lo que está expresando, cuando algún cretino te dice: déjame aclararte una duda que tienes. ¡Pero si no estoy dudando! Sé lo que digo, y lo digo porque lo pienso.
Claro, la cosa está en que hay gente que hace estas intervenciones absurdas como queriendo decir: serías mejor tú, si fueras más como yo.
Contrastar opiniones es chévere, es nutritivo, es interesante, pero imponerlas es una tontería:
1. Porque cada cabeza es un mundo, con lógica propia y con apegos distintos.
2. Porque al final, cada quien piensa lo que le da la gana (te pueden obligar a hacer algo, pero a pensar algo es una cosa más difícil).
3. Porque hay que celebrar las diferencias y aprender de ellas, no tratar de establecer un comunismo mental.
Más de uno te quiere enredar con aquello de que tiene un título en quién sabe qué porquería, o diciendo “yo sí sé lo que te digo” o cosas así, las modalidades son infinitas. ¿Cómo demostrar que tú sabes más que otro sólo de palabra, así, sin argumentos válidos? Sí, siempre la bendita intolerancia.
Buenísimo, a esa gente se le inflará el ego con esas imposiciones, pero al final uno piensa lo que quiere. Lástima que haya gente que necesite de estas prácticas para sentir que son alguien en la vida, ¿no?