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viernes, julio 11, 2003

Cine

No voy a hablar de la película que fui a ver... no me gusta hacer críticas a la ligera porque siempre hay gente que disfruta lo que uno odia y viceversa. Pero no puedo dejar de anotar aquí lo horrible que es asistir a una sala casi vacía.

Sí, por un lado uno se queja cuando el cine está lleno porque no puede encontrar buenos asientos, pero cuando te encuentras en una sala que apenas tiene 20 personas, la cosa puede ser dura también. Claro, uno no lo nota porque está feliz de tener un asiento espectacular, pero a medida que pasan los minutos y el aire acondicionado que debía enfriar a 80 personas congela a 20 , uno empieza a perder la concentración. A diferencia de la mayoría de las personas, no se me enfrían las manos sino las nalgas. Es curioso pero también desagradable. Yo meto mis manos debajo del trasero no para calentar las manos sino las posaderas, y aun así, el blue jean no es la tela más noble para aguantar el frío.

El otro efecto indeseable del frío es que produce sueño. Si sumas la desconcentración con las ganas de dormirte, empiezas, como yo, a imaginar que eres un sobreviviente de un accidente en plena tormenta de nieve, lo cual me hizo sentir un poco loca mientras veía la película que tantos paisajes desérticos y calurosos mostraba, pero mi mente estaba tratando de adecuarse al artificial clima.

Lo otro es el eco. Cuando la sala está vacía el eco es muy grande, y hasta el más mínimo comentario se oye en todas partes. Lo malo es cuando la película tiene un momento de tensión dramática donde no hay ni música ni nada, sólo ese silencio teatral que uno, ayudado por el eco, rompe al masticar las cotufas (pop corn, rosetas, etc... Qué palabra tan cómica es "cotufa", ¿verdad?). Eso sin contar el srrrggrrssshhh que se oye cuando alguien está sorbiendo su bebida y la mezcla de los hielos y las burbujas hacen una fiesta sonora, como quien toma sopa con mala educación.

Me sentía arrinconada, avergonzada por ser tan ruidosa, calladita para evitar distracciones y además, con el trasero hecho un sorbete. Ah, y eso que no les dije que odié la película por la mala construcción de personajes. O sea, todo un suplicio.

Para la próxima intentaré asistir a una sala más llena, no sea cosa que me tenga que quedar con las cotufas en la boca macerándose en la saliva, a la espera de que el momento de silencio dramático pase en la historia.

A pesar de todo, me gustó la noche de anoche. Es divertido salir de casa y despejar la mente, aunque para ello haya que hacer ciertos sacrificios...


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