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miércoles, junio 25, 2003

Violent femmes

"Noticia aparecida en El Universal, 24 de junio 2003:

Crece el número de mujeres que golpean a sus maridos
La cantidad de hombres estadounidenses que deben soportar ser golpeados por sus esposas creció en los últimos tiempos, según revelaron estudios. Los roles en la pareja se invirtieron puesto que hoy en día las mujeres trabajan tanto como ellos y también ejercen la violencia. Las cifras de mujeres que le pegan a sus maridos 'es mucho mayor que antes', afirmó Deborah Capaldi, del Centro Social de Oregón."

Ayer mismo un taxista me contaba que hace poco fue asaltado a mano armada por dos mujeres. Equipadas con una .38 y toda la furia del género femenino (lo que demuestra que las mujeres también apelan con facilidad a la violencia), el hombre fue despojado de celular, cadenas, reloj y dinero en efectivo, así como también sufrió algunos golpes propinados por las “malechoras”.

Más adelante, en la misma edición de El Universal, se puede leer que una niña atacó con granadas a tropas estadounidenses. “La niña, que portaba un rifle de asalto AK-47, se dio a la fuga, relató AP”. Apenas con 12 años es igual que sus congéneres masculinos, y no se detiene ante la fuerza del mito que indica que la mujer es amor y armonía, sino que demuestra que también podemos ser un volcán efervescente botando golpes, atentados y puñetazos.

Siempre le he temido más al ataque de una hembra que al de un macho, quizá porque me ha dado por pensar que “ellas” son capaces de extralimitarse en sus manifestaciones violentas para romper a puñetazos el mito del sexo débil. También les temo, quizá, porque dentro de mí habita una hembra furiosa (como en todas nosotras) capaz de sacudir los cimientos de cuanto le rodee sólo por el placer de verlo tambalearse.

Sea como sea, esta ola de mujeres poderosas y violentas empieza ya a dar muestras de lo peligrosa que son las hembras, antes sólo consideradas de cuidado por sus dotes amatorias y hechiceras. No todo es sutileza femenina, también hay una manifestación real y muy cruel de nuestra naturaleza.

Debe ser difícil entender esta condición siendo hombre. Por eso quizá la dualidad de amor-odio que lo masculino muestra hacia nosotras, ese sentimiento mixto y complejo que esconde temor, piedad y una profunda necesidad. Leo a Cesare Pavese, en algunos pasajes de su diario, y una pena se me mezcla con asombro al encontrar cosas como esta:

"Te quiero, cariño, y te odio, para mí eres como el aire que respiro, si me faltas te maldigo lo mismo que un ahogado; me duele físicamente estar lejos de ti; para mí no eres una mujer, sino la existencia misma..."(Oficio de Vida, 26-3-38)


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