miércoles, junio 11, 2003
Orden/Caos
No me caracterizo por se una persona extremadamente positiva. Tampoco trato de ser insufriblemente negativa. Intento muchas veces ser realista, pero cuando me da por ponerme idealista no me excuso, pues me siento en mi pleno derecho.
Creo, aunque a veces no parezca, que apasionarse es fantástico siempre y cuando uno no se deje desbordar por la pasión al punto de cegarse en sus objetivos. Y no lo digo porque sienta que haya que ponerse límites malsanos, pero no justifico que mates a tu madre para quedarte con su carro.
A pesar de la astrología, soy una escorpiana que no se inclina por los extremos, en muchos casos, votos por los puntos medios. No creo que el equilibrio total sea posible (al menos en mi vida), pero reconozco que me resulta difícil sobrevivir en el completo caos. Si fuera tan equilibrada como para tener todo en orden, probablemente me aburriría más. Si fuese tan caótica como para dejar que todo se gobernara solo, probablemente mis células se desintegrarían en el acto, ya que no responderían a un orden.
Creo, eso sí, que mi naturaleza no me permite ser miserable. Disfruto siendo feliz y no lo escondo. Disfruto tanto de cosas profundas como de cosas superficiales. Disfruto de mi vida a mi manera y me niego a utilizar la manera de otro.
Respeto a quien no sea igual a mí. A aquellas personas a las que les resulto aburrida o banal no las intentaré convencer de lo contrario. Tampoco les haré la guerra. En el fondo no me siento distinta a esas personas. Las veo con sus teorías y formas de vida, disfrutando a su manera, pregonando que la salvación está en la perdición, y me veo a mí contándole al mundo el secreto de mi felicidad. La cosa es que no a todos les funciona la misma fórmula, y eso hay que respetarlo.
Hay gente que predica el aislamiento como única manera de mantenerse sano, alerta y posiblemente feliz, pero esas mismas tienen novi@s o espos@s, con quienes comparten sus vidas y con quienes rompen su juramento de soledad. También existe gente que se dedica por entero a su vida social, con millones de amigos y conocidos alrededor, pero en el fondo, siempre están solos.
Los seres humanos somos contradictorios. Yo lo soy y no me apeno por ello. Sé que eso le causa cierta intranquilidad a algunos, pero nada puedo hacer.
Trato de no prestarle mucha atención a algunas críticas, pero mi corazón es de gelatina. Hay días en los que hasta una bola de pelo dando vueltas en la calle me perturba. A veces siento que todo el que dice algo se refiere a mí. A veces me acurruco en el sofá esperando encontrar respuesta a mis dudas, fallas y errores.
No soy perfecta, pero me gusta la persona que soy.
No me caracterizo por se una persona extremadamente positiva. Tampoco trato de ser insufriblemente negativa. Intento muchas veces ser realista, pero cuando me da por ponerme idealista no me excuso, pues me siento en mi pleno derecho.
Creo, aunque a veces no parezca, que apasionarse es fantástico siempre y cuando uno no se deje desbordar por la pasión al punto de cegarse en sus objetivos. Y no lo digo porque sienta que haya que ponerse límites malsanos, pero no justifico que mates a tu madre para quedarte con su carro.
A pesar de la astrología, soy una escorpiana que no se inclina por los extremos, en muchos casos, votos por los puntos medios. No creo que el equilibrio total sea posible (al menos en mi vida), pero reconozco que me resulta difícil sobrevivir en el completo caos. Si fuera tan equilibrada como para tener todo en orden, probablemente me aburriría más. Si fuese tan caótica como para dejar que todo se gobernara solo, probablemente mis células se desintegrarían en el acto, ya que no responderían a un orden.
Creo, eso sí, que mi naturaleza no me permite ser miserable. Disfruto siendo feliz y no lo escondo. Disfruto tanto de cosas profundas como de cosas superficiales. Disfruto de mi vida a mi manera y me niego a utilizar la manera de otro.
Respeto a quien no sea igual a mí. A aquellas personas a las que les resulto aburrida o banal no las intentaré convencer de lo contrario. Tampoco les haré la guerra. En el fondo no me siento distinta a esas personas. Las veo con sus teorías y formas de vida, disfrutando a su manera, pregonando que la salvación está en la perdición, y me veo a mí contándole al mundo el secreto de mi felicidad. La cosa es que no a todos les funciona la misma fórmula, y eso hay que respetarlo.
Hay gente que predica el aislamiento como única manera de mantenerse sano, alerta y posiblemente feliz, pero esas mismas tienen novi@s o espos@s, con quienes comparten sus vidas y con quienes rompen su juramento de soledad. También existe gente que se dedica por entero a su vida social, con millones de amigos y conocidos alrededor, pero en el fondo, siempre están solos.
Los seres humanos somos contradictorios. Yo lo soy y no me apeno por ello. Sé que eso le causa cierta intranquilidad a algunos, pero nada puedo hacer.
Trato de no prestarle mucha atención a algunas críticas, pero mi corazón es de gelatina. Hay días en los que hasta una bola de pelo dando vueltas en la calle me perturba. A veces siento que todo el que dice algo se refiere a mí. A veces me acurruco en el sofá esperando encontrar respuesta a mis dudas, fallas y errores.
No soy perfecta, pero me gusta la persona que soy.