martes, junio 17, 2003
Luz violeta
Quisiera ser más new age, agarrar todo lo que me molesta y, gracias a la meditación profunda, envolverlo en una luz violeta y verlo alejarse de mí. Pero no soy así. Soy un poco más obsesiva de lo que me gustaría. Me quedo pegada pensando en cosas sin importancia.
Hay un tipo que vive en una ciudad gringa desde hace 5 años. No me molesta su spanglish, ni tampoco su insistente manía de nombrar lugares a los que no he ido sólo para impresionarme, como si vivir en Venezuela fuera estar en medio de la selva alimentada por monitos cara sucia. Me imagino que hacer esas cosas lo hacen sentir "más" que el resto. Lo que me molesta es que el tipo escriba malísimo en español y se escude en sus 5 años de residencia gringa para no corregir nada, asumiendo que si él viviera en un país hispanoparlante sería el Cervantes de la nueva generación.
Yo trato de no hacerle caso, pero no me sale lo de la luz violeta: lo quiero matar. Y eso que no es mi amigo, ni estoy cercana a él. Sencillamente lo quiero matar. Ha tenido la osadía de corregir mis escritos, de hacer críticas absurdas sobre mis cuentos (no están tan mal, si sigues practicando algún día hasta podrás escribir como yo) y, lo que más me molesta, de burlarse de cuanta iniciativa escrita se haga en la red, sólo porque no ha sido impulsada por él. Vamos, que si mi profesor lee un cuento mío y lo critica, yo no sólo lo acepto sino que también soy feliz, pero ¿y a este bicho de uñas quién le dio permiso? Y cuando critica blogs que me gustan, o libros muy buenos, o publicaciones excelentes, se me revuelve la sangre. Es tan cobarde que inventa e-mails criticando lo que a él no le gusta, para luego decir: Vox Populi Vox Dei. Miserable (nótese el tonito de telenovela mexicana).
El tipejo este es capaz de escribir realístico, lanzarse dos párrafos enteros sin usar ni una sola coma y jamás en la vida ha puesto un acento donde debe ir, ¿y cree que por vivir en EEUU tiene patente de corso para masacrar el español? Digo, el idioma lo construyen a diraio sus hablantes, lo transforman con el uso, y lo pule, lo limpia y le da esplendor la Real Academia, pero este señor habla casi en código. Tengo un par de amigos que viven en el exterior que manejan el español a su antojo, con maestría y gracia, se les entiende, se les disfruta, ¿qué pasó entonces con este señor?
Como verán, no me lo puedo sacar de la cabeza. Lo quiero matar y cuando leo sus escritos no veo luces violetas sino una gran luz roja que parpadea y me hace latir la vena que tengo en la sien.
Quisiera ser más new age, agarrar todo lo que me molesta y, gracias a la meditación profunda, envolverlo en una luz violeta y verlo alejarse de mí. Pero no soy así. Soy un poco más obsesiva de lo que me gustaría. Me quedo pegada pensando en cosas sin importancia.
Hay un tipo que vive en una ciudad gringa desde hace 5 años. No me molesta su spanglish, ni tampoco su insistente manía de nombrar lugares a los que no he ido sólo para impresionarme, como si vivir en Venezuela fuera estar en medio de la selva alimentada por monitos cara sucia. Me imagino que hacer esas cosas lo hacen sentir "más" que el resto. Lo que me molesta es que el tipo escriba malísimo en español y se escude en sus 5 años de residencia gringa para no corregir nada, asumiendo que si él viviera en un país hispanoparlante sería el Cervantes de la nueva generación.
Yo trato de no hacerle caso, pero no me sale lo de la luz violeta: lo quiero matar. Y eso que no es mi amigo, ni estoy cercana a él. Sencillamente lo quiero matar. Ha tenido la osadía de corregir mis escritos, de hacer críticas absurdas sobre mis cuentos (no están tan mal, si sigues practicando algún día hasta podrás escribir como yo) y, lo que más me molesta, de burlarse de cuanta iniciativa escrita se haga en la red, sólo porque no ha sido impulsada por él. Vamos, que si mi profesor lee un cuento mío y lo critica, yo no sólo lo acepto sino que también soy feliz, pero ¿y a este bicho de uñas quién le dio permiso? Y cuando critica blogs que me gustan, o libros muy buenos, o publicaciones excelentes, se me revuelve la sangre. Es tan cobarde que inventa e-mails criticando lo que a él no le gusta, para luego decir: Vox Populi Vox Dei. Miserable (nótese el tonito de telenovela mexicana).
El tipejo este es capaz de escribir realístico, lanzarse dos párrafos enteros sin usar ni una sola coma y jamás en la vida ha puesto un acento donde debe ir, ¿y cree que por vivir en EEUU tiene patente de corso para masacrar el español? Digo, el idioma lo construyen a diraio sus hablantes, lo transforman con el uso, y lo pule, lo limpia y le da esplendor la Real Academia, pero este señor habla casi en código. Tengo un par de amigos que viven en el exterior que manejan el español a su antojo, con maestría y gracia, se les entiende, se les disfruta, ¿qué pasó entonces con este señor?
Como verán, no me lo puedo sacar de la cabeza. Lo quiero matar y cuando leo sus escritos no veo luces violetas sino una gran luz roja que parpadea y me hace latir la vena que tengo en la sien.