miércoles, junio 11, 2003
Cosas perdidas
Hace unos años estaba corriendo para llegar a una tertulia en la librería Macondo. Yo debía exponer un tema, así que se iba a notar si no llegaba, por lo que me afané por librarme de la cola que tenía por delante, sin mucho éxito. Era hora pico.
Al llegar al semáforo vi a un tipo con cara de ladrón, pensé que podía robarme pero como mi carro no tiene aire acondicionado y me estaba muriendo del calor, no pude subir la ventana. El tipo cruzó la calle en dirección opuesta por la mala mirada que le eché, pero al ver que el semáforo me atrapó, se devolvió y, parándose junto a mí, me dijo: "Quítate el reloj como si no estuviera pasando nada". Me lo quité, y al llegar a la librería, lloré. Me lo había comprado con el primer sueldo de mi nuevo trabajo.
Otra vez, bajando de La Florida después de llevar a mi novio al trabajo, pasé por el McDonalds y me compré un combo. Di la vuelta para salir de ahí mientras me comía mis papitas, cuando los carros de adelante se detuvieron y un tipo se me paró al lado y me dijo: "Dame la hamburguesa". Y se la di. La Pepsi se salvó porque la tenía en el portavasos que está al lado de la palanca de cambios y no se veía. Cuando conté lo que me había pasado, todo el mundo se rió de mí: "La hamburguesa o la vida, jaaja". Pero en el fondo sentía rabia.
Es horrible que a uno lo roben.
Hace unos años estaba corriendo para llegar a una tertulia en la librería Macondo. Yo debía exponer un tema, así que se iba a notar si no llegaba, por lo que me afané por librarme de la cola que tenía por delante, sin mucho éxito. Era hora pico.
Al llegar al semáforo vi a un tipo con cara de ladrón, pensé que podía robarme pero como mi carro no tiene aire acondicionado y me estaba muriendo del calor, no pude subir la ventana. El tipo cruzó la calle en dirección opuesta por la mala mirada que le eché, pero al ver que el semáforo me atrapó, se devolvió y, parándose junto a mí, me dijo: "Quítate el reloj como si no estuviera pasando nada". Me lo quité, y al llegar a la librería, lloré. Me lo había comprado con el primer sueldo de mi nuevo trabajo.
Otra vez, bajando de La Florida después de llevar a mi novio al trabajo, pasé por el McDonalds y me compré un combo. Di la vuelta para salir de ahí mientras me comía mis papitas, cuando los carros de adelante se detuvieron y un tipo se me paró al lado y me dijo: "Dame la hamburguesa". Y se la di. La Pepsi se salvó porque la tenía en el portavasos que está al lado de la palanca de cambios y no se veía. Cuando conté lo que me había pasado, todo el mundo se rió de mí: "La hamburguesa o la vida, jaaja". Pero en el fondo sentía rabia.
Es horrible que a uno lo roben.