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lunes, mayo 19, 2003

X-Men 2

Hoy vi X-Men2. A pesar de que me gustaba más la narración tipo viñeta de la primera parte, esta película me encantó. Eso es bastante bueno porque fui fanática de los X-Men en mi infancia y adolescencia.

Claro, no negaré que me hace falta gente, pero confío en que más adelante la incluirán. Aunque es increíble que incluyan a personajes tan viejos como NightCrawler, añoro la presencia de Gambito, mi novio Bestia, etc.

Del casting no me quejo, aunque le pegaría un tiro en el ojo a Cíclope, sólo por no ser ni la sombra del elegante personaje de comiquitas.

Y cómo no, me jode cada vez que Jean Grey se va, siempre me duele que lo haga porque pienso que se muere, pero después me sorprende su regreso. Una vez se fue a un planeta por alguna razón que ya no recuerdo, y la escena de su partida (que para el momento se creía que era su muerte) fue muy dramática: como siempre, dejó a Guepardo y a Cíclope halándose los pelos y llorando, al punto que ellos decían que dejarían que fuera el otro quien se quedara con ella si con eso podían salvarla. Estuve deprimida una semana, hasta que pasaron un nuevo capítulo donde me enteré de que no había muerto. Será por eso que prefiero que la llamen Phoenix y no Jean...

En fin, lo que objeto son puras pendejadas de quien está acostumbrada a historietas y cartoons, pero es muy buena, de verdad.

El tema de los mutantes siempre me ha apasionado porque, de alguna manera, existimos humanos que nos sentimos distintos. La diferencia siempre es buena, pero a veces pesa. Ser una persona con un nombre raro, o con gustos extraños, o con buenas notas, o sin amor por la parranda, te pasa cierta factura social y te margina.

No saben a cuántas fiestas dejé de ir por no recibir invitación (siendo cerebrito recibes pocas) o en cuántos casos me quedé callada en una conversación para no delatar que yo era una especie de Lisa Simpson, o cuántas burlas me gané por llamarme como me llamo... Y suena estúpido querer pertenecer a una sociedad incapaz de entender y aceptar las diferencias, pero cuando eres niño esas cosas duelen, y emocionalmente no deseas otra cosa que pertenecer, PERTENECER. A veces lo niegas, pero en algún momento sientes que necesitas "ser normal" de vez en cuando, como un mutante...

Sólo después que te reconcilias con quien eres y con tus dones, puedes encontrarte a gusto en tu piel y hasta juntarte con otros seres especiales como tú, que disfrutan cosas distintas y tienen valores distintos, pero antes de ese momento mágico ser mutante o metahumano o cerebrito o raro es una carga muy pesada.

Me da cierta vergüenza escribir esto, pero es la verdad sobre mi amor por los mutantes. Por ahora, sólo me queda mandarle un beso a mi Bestia personal (si lee esta página) y a todos ustedes, mutantes cibernéticos...


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