Si no descargo lo que traigo en la cabeza, se me cae...
viernes, mayo 23, 2003
Régimen abierto
Cuando mi mamá estudiaba derecho le tocó visitar una cárcel y entrevistarse con los presos. Había casos interesantísimos, gente que estaba allí por fraude, embaucadores, niños sumamente tiernos que después descubrió que estaban ahí por asesinato y esas cosas difíciles de creer.
Una de las cosas que más me sorprendió fueron los presos que disfrutaban de régimen abierto. Muchos de ellos siempre vivieron cerca de la cárcel, otros tuvieron que mudarse para disfrutar del privilegio, lo cierto es que estos tipos iban a su centro de reclusión a las 8 am, pasaban el día en él (algunos trabajando y otros sin hacer nada, como la mayoría de los presos de este país), y al dar las 6 pm, se regresaban a sus casa. Las autoridades del centro penitenciario decían que esto era una maravilla porque con esta medida controlaban la superpoblación de la cárcel y, además, no tenían que ocuparse de gastos de manutención. Agregaban que el contacto diario con la familia los hacía menos agresivos.
Yo quedé preguntándome si eso en realidad era estar preso. Con los años he concluido que sí lo es, y he llegado a esa conclusión porque no ceso de encontrarle un parecido aterrador a trabajar. Para mí el trabajo es una especie de régimen abierto. O sea, tú vas, pasa el día entero en un sitio que no es tu casa, haciendo cosas que no necesariamente harías por voluntad propia, ocupas por lo menos un par de horas en el traslado a ó del trabajo, y ahí te regresas. Son muy pocas las horas que te quedan para vivir tu vida.
Yo que veo tanta televisión, he llegado a preguntarme cómo en Friends o Seinfeld tienen tanto tiempo para compartir con los amigos, hacer cosas dignas de ser televisadas o, sencillamente, encarar el juego de la vida. Las sitcoms se basan, casi por completo, en las horas fuera de oficina y no en el trabajo. Uno supone que Chandler trabaja pero sólo en la última temporada lo ha visto en la oficina.
Siguiendo con la tele debo decir que envidio a Samantha Stevens. Y no porque sea ama de casa ni porque al mover su nariz pueda hacer lo que quiera, sino porque su esposo llega a las 5 de la tarde. ¿Se imaginan que todos pudiéramos estar en casa a las 5 de la tarde? Y no hablo de SALIR a esa hora, porque bien sabemos que una buena hora pico nos puede retrasar unos 120 minutos. Hablo de LLEGAR a las 5 pm, llegar con sol a nuestro hogar, poder dar una vuelta en el parque y jugar fútbol a plena luz del día.
No lo sé, pero a veces siento que pasamos mucho tiempo en el trabajo, presos, imposibilitados de ver la luz del sol, acostumbrados al neón, separados de la vida real. Y no soy quién para hacerlo porque trabajo desde mi casa, pero cuando llamo a mis amigos o espero a mi esposo, me doy cuenta que esperarlos es como contar las horas para su libertad condicional. ¿Soy yo sola la que se siente así?