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miércoles, mayo 21, 2003

Paranoia contagiosa

Visito con frecuencia a mis blogueros de siempre. A algunos les dejo comentarios, a otros saludos, así va uno, haciendo la visita, pues. Es como cuando en los pueblos uno saca las sillas bonitas y las pone en el porche a esperar que los vecinos pasen para decirles: "Adiós pueeee". A veces uno se sienta en el porche y a veces sale a saludar a los otros porches.

El caso es que hoy venía por la calle y vi un fiscal de tránsito. De broma no me pongo a llorar. Me acordé de Venethinker y su tragedia matutina, con cola y fiscal incluido. El pobrecito venía tranquilito, disfrutando del paisaje y seguro de que llegaría a tiempo a su trabajo, cuando un fiscal de tránsito le cambió la vida, desviando a todo el mundo sin razón aparente u operante. Así son los fiscales: donde hay un fiscal, hay cola. Traté de avisarles a los conductores, pero después pensé que nadie podía salir de aquel paquete. Menos mal que yo venía caminando.

Después me llamó mi esposo para invitarme al cine, diciendo que podríamos pasar un rato chévere comiendo cotufas y tomando 7UP. ¡¡¡Noooo!!! Lo que pensé fue en Pat y sus reflexiones acerca del cine. Pensaba la edad de las cotufas que comería, seguro tienen meses allí, oh, Dios, y no quiero pensar con qué agua mezclan el sirop de la máquina de refrescos, mejor sería llevar latas de refresco de la calle metidas en un bolso... Y así. Pensé tanto que al final postergué la cita, con la excusa de que el día del estreno de The Matrix Reloaded seguro los cines estaban muy llenos.

Si me cuentan otra cosa de estas seguro le agarro manía. Y no, no soy manipulable, es que a mí también me han agarrado colas por culpa de fiscales y he comprado maníes en el cine que viene abiertos. A veces la lectura de un blog te recuerda vivencias.




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