sábado, mayo 24, 2003
No miremos a las personas que pasen por la calle
Decía el Manual de Carreño que era impropio de personas educadas ver detenidamente a las personas que pasan por la calle. No creo que sea totalmente cierto: hay gente que busca ser vista, hay gente que es digna de ser vista y hay gente que es imposible no ver.
Ahora, en estos días estuve recordando algo que una vez dijo le tipo X a una amiga: "si las mujeres se visten como un pedazo de carne, no pueden esperar ser vistas como algo distinto, ni tampoco tratadas de otra forma". Parece una afirmación muy machista, pero creo que esconde una verdad. Hay chicas que se visten sensualmente, resaltando su belleza, y bueno, el que las ve trata de descubrir su secreto, de acercarse y buscarles conversación, pero respetando el claro límite que impone su actitud y vestimenta. Pero hay mujeres que andan enseñando los pezones, frotándose con cuanto macho encuentran a su paso, y después se quejan de que ningún hombre las toma en serio. ¿Se nota lo que quiero decir? Si estás buena tienes derecho a mostrarte e, incluso, a usar ropa que atraiga miradas, pero hay que usar el sentido común. No puedes culpar al mundo de hacer un juicio injusto de tu persona si la única info que le das es que estás en celo.
Pero hay otros momentos en los que las miradas pueden ser fatales. No nos damos cuenta de lo que podemos hacer al posar nuestros ojos indiscretos en la gente. Claro, si la persona es de esas que son lindas y no andan escondiéndose, vale mirarlas, pero hay veces que uno detalla a una persona con un defecto físico y la hace sentirse mal. Este post es un acto de contrición por una de esas miradas, aunque la agraviada no tenga la oportunidad de leerlo.
Hace unos días iba con una amiga en el carro, cuando mi amiga me indicó (a todo grito) que le viera el rostro a la chica del carro de al lado, que tenía un acné de película. Para mala suerte nuestra, la chica la escuchó y pasó a nuestro lado viéndonos con rabia. Tenía en verdad un severo acné, pero supongo que no es su culpa. Nadie decide tener barros en la cara. Lo malo es que ella debe saber que su apariencia no es la más bonita, le toca verse al espejo todos los días, y aparte, uno es el peor crítico de la propia apariencia.
Yo me sentí gusana por siquiera voltear, y si pudiera, le pediría perdón. Tuve una amiga con una enfermedad similar y sé lo que ha sufrido por ello. No sólo por los peelings, sino por el dolor, por el ardor, y por la verguenza. Si en algún momento de mi vida he querido arrancarme los ojos fue en ese. De verdad. Nunca estaría en mí maljuzgar a alguien por un defecto o por una condición.
Así pues, la reflexión del día es: si vas a mirar a alguien, procura que tu mirada sea un halago, que insultos sobra quien los reparta. Esto es válido para los piropos también. La vida es demasiado corta para desperdiciarla generando dolor y miseria.
Decía el Manual de Carreño que era impropio de personas educadas ver detenidamente a las personas que pasan por la calle. No creo que sea totalmente cierto: hay gente que busca ser vista, hay gente que es digna de ser vista y hay gente que es imposible no ver.
Ahora, en estos días estuve recordando algo que una vez dijo le tipo X a una amiga: "si las mujeres se visten como un pedazo de carne, no pueden esperar ser vistas como algo distinto, ni tampoco tratadas de otra forma". Parece una afirmación muy machista, pero creo que esconde una verdad. Hay chicas que se visten sensualmente, resaltando su belleza, y bueno, el que las ve trata de descubrir su secreto, de acercarse y buscarles conversación, pero respetando el claro límite que impone su actitud y vestimenta. Pero hay mujeres que andan enseñando los pezones, frotándose con cuanto macho encuentran a su paso, y después se quejan de que ningún hombre las toma en serio. ¿Se nota lo que quiero decir? Si estás buena tienes derecho a mostrarte e, incluso, a usar ropa que atraiga miradas, pero hay que usar el sentido común. No puedes culpar al mundo de hacer un juicio injusto de tu persona si la única info que le das es que estás en celo.
Pero hay otros momentos en los que las miradas pueden ser fatales. No nos damos cuenta de lo que podemos hacer al posar nuestros ojos indiscretos en la gente. Claro, si la persona es de esas que son lindas y no andan escondiéndose, vale mirarlas, pero hay veces que uno detalla a una persona con un defecto físico y la hace sentirse mal. Este post es un acto de contrición por una de esas miradas, aunque la agraviada no tenga la oportunidad de leerlo.
Hace unos días iba con una amiga en el carro, cuando mi amiga me indicó (a todo grito) que le viera el rostro a la chica del carro de al lado, que tenía un acné de película. Para mala suerte nuestra, la chica la escuchó y pasó a nuestro lado viéndonos con rabia. Tenía en verdad un severo acné, pero supongo que no es su culpa. Nadie decide tener barros en la cara. Lo malo es que ella debe saber que su apariencia no es la más bonita, le toca verse al espejo todos los días, y aparte, uno es el peor crítico de la propia apariencia.
Yo me sentí gusana por siquiera voltear, y si pudiera, le pediría perdón. Tuve una amiga con una enfermedad similar y sé lo que ha sufrido por ello. No sólo por los peelings, sino por el dolor, por el ardor, y por la verguenza. Si en algún momento de mi vida he querido arrancarme los ojos fue en ese. De verdad. Nunca estaría en mí maljuzgar a alguien por un defecto o por una condición.
Así pues, la reflexión del día es: si vas a mirar a alguien, procura que tu mirada sea un halago, que insultos sobra quien los reparta. Esto es válido para los piropos también. La vida es demasiado corta para desperdiciarla generando dolor y miseria.