sábado, mayo 24, 2003

Hace unos años mi hermana y sus hijos vinieron a vivir a mi casa. Yo crecí entre mujeres, pues éramos tres hermanas y mi madre. Mi padre murió siendo yo niña, así que nunca supe lo que era vivir con un hombre, de manera tal que ignoraba el asunto de la tapa de la poceta. ¿Por qué razón iba yo a imaginar que alguien tenía que levantar el asiento del water para algo? Las niñas hacemos todo sentadas…
Mis sobrinitos, además de varoncitos, eran pequeños. Se levantaban en la noche a hacer pipí unas cuantas veces. Eso sí: totalmente dormidos. Por supuesto, por condicionamiento levantaban el asiento, pero olvídense de bajarlo.
Yo también me paraba dormida para ir al baño. Ya se deben imaginar lo que pasaba. Les confieso que hay pocas cosas tan horribles como sentarse en un water sin asiento y rozar el agua con las posaderas. ¡Todas las noches me pasaba lo mismo!
Así pues, hombres del mundo, hágannos un favor: ¡bajen el asiento!