viernes, mayo 02, 2003

Si de verdad el junk mail sirviera de algo no sería junk. No acabo de descubrir al agua tibia, lo sé, pero a veces me pongo a pensar cómo sería mi vida si yo fuera tan crédula como para tomarles la palabra a quienes envían toda esa basura.
Por ejemplo: en un mismo día me llegan dos o tres correos ofreciendo un remedio infalible para dejar de fumar. Pero por cada 1 de esos me llegan 2 que ofrecen cartones enteros de cigarrillos al más bajo precio.
En mi vida internetística me he ganado como 100 tarjetas de crédito o pre-aprobadas, 200 cruceros a la Bahamas, incontables “premios sorpresa” (sorpresa es que me llevaría al tratar de reclamarlos…), celulares, relojes, diplomas de universidades, computadoras y muchas, muchas cosas más. Si fuera más tonta pensaría que tengo buena suerte.
Me han mandado millones de direcciones de gente que busca pareja, ofertas en bienes raíces, programas para bajar de peso en 30 días, programas para subir de peso en 30 días, en fin, cualquiera diría que si no soy feliz es porque soy tonta, ya que Internet me ha dado todas las opciones para rebosar de alegría.
Cada vez que me da por leer alguno de estos mensajes me siento rara. He perdido la inocencia para creer ciegamente en ellos. Y lo peor es que no me importa. Ya le estoy agarrando el gusto a la malicia.
¿Han visto que al final dice “si no quiere seguir recibiendo blablabla haga click blabla y lo borraremos? Ja, mentira, esos spammers están esperando que les escriba para saber que mi dirección está activa y así poder meterla de nuevo en otra base de datos y venderla más cara.
Ahora, si fuera yo más crédula, probablemente estaría confundida o dolida por tanto engaño. De ahí viene el amor a mi malicia…