Si no descargo lo que traigo en la cabeza, se me cae...
lunes, mayo 19, 2003
El Miss Venezuela fallido, las novelas y otros productos de exportación
¿A dónde vamos a parar en este país? Ya Caro comentó en su blog que la representante de belleza venezolana este año faltará a a cita Universal. Pudiera parecer una tontería, pero para un país que se enorgullece de sus riquezas naturales y sus mujeres hermosas, es una tragedia. Y no lo digo porque me encanten los concursos de belleza, pero hay que reconocer que es una realidad.
Hace tiempo, cuando Venezuela era la referencia latinoamericana en materia de telenovelas, teníamos los ojos del mundo puestos sobre nosotros. Pero nos destronaron (y créanlo o no, tuvo que ver con la mala situación económica también) y ahora nadie se detiene a vernos en el mapa. Por lo menos, no por nuestra televisión.
PDVSA fue una de las industrias petroleras más exitosas y eficientes del mundo, pero resulta que un rollo político nos volvió a dejar en segundo plano, haciendo que los países que necesiten petróleo no sólo NO se lo compren a Venezuela, sino que además nos recuerden a nuestras madres a cada rato (la gasolina en Miami subió tanto que muchas fueron las groserías que nos gritaron desde allá).
Ahora le toca el turno a las reinas de belleza. No hay fábrica de mujeres hermosas con mayor conciencia de misión en el mundo. En el Miss Venezuela están claros que ganar es la meta, ya sea con cirugía, lavados cerebrales o, simplemente, con una rigurosa selección (créanlo o no yo estudié con una Miss a la que no le operaron NADA). La mayoría de las participantes le tenía miedo a la venezolana, quizá por el mito, quizá por los rumores, pero infundíamos respeto.
Repito, parece una tontería, pero creo que es un síntoma de nuestra grave enfermedad. Podríamos pensar que la Organización Miss Venezuela usa esta ausencia como una potente alarma para llamar la atención internacional, pero sea o no cierto el uso de tal estrategia, la cuestión aquí es que estamos pidiendo ayuda.
¿Que no deberíamos darle tanta importancia? No lo creo, esto es parte de nuestra identidad, aunque nos pese. Y no se trata de sentarse a llorar por esto, debemos seguir trabajando por sacar adelante al país, pero ¿cómo no sentir alarma, dolor, verguenza? Si en mis manos estuviera llamar a elecciones lo haría, pero mientras no haya salida tengo el derecho a llorar por las misses ausentes y el petróleo derramado.