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sábado, abril 05, 2003

Como en el cine italiano

Ayer me ocurrieron cosas extrañas. La primera fue descubrir, con horror, que casi el 50% de las tiendas de Plaza Las Américas están cerradas, por cerrar o a punto de mudarse. El lado bueno es que hacen descuentos atractivos. El lado malo es que demuestra lo mal que está el país.

Otra cosa extraña fue ver cómo a las 8 pm ya todos los establecimientos estaban cerrados, a pesar de que el horario habitual los llevaba hasta las 9 pm, tiempo que a veces se extendía. Otra mala noticia pues sigue demostrando la mala situación de la economía venezolana.

Pero después, apenas pusieron los candados a las tiendas, empezó a escucharse una prueba de sonido. Pensé que sería un grupo de techno-merengue de esos que ponen los viernes para que la gente se entusiasme y consuma mucha cerveza. Después me dije que, a lo mejor, eran rockeros que apenas empezaban, como todos los chicos de El Cafetal, de verdad en esa urbanización hay mucho rockero suelto. Pero no. Era un grupo de jazz. Con violinista y todo. Smocking negro y demás. Y tocaron muchas canciones muy buenas. El violinista era un chico muy joven que tocaba sin ninguna dificultad, de hecho, tocaba como quien atiende el teléfono y ve tv al mismo tiempo, sonriendo a la audiencia, saludando a lo lejos, viendo a los lados. Espectacular. Y además tocaba muy bien. El bajista era un negrito precioso que no paraba de iluminar con su sonrisa, además de seguir el ritmo con los pies de una manera tan graciosa que parecía bailar sentado. Eran un sueño. Lo raro es que tocaban cuando la gente ya estaba de salida porque las tiendas estaban cerradas. Si hubiesen estado abiertas me hubiese gustado estar con alguien especial y vivir una escena peculiar, como en el cine italiano, con esa maravillosa música de fondo. Me hubiese gustado ser Norma Aleandro vestida de invierno, conversando con Federico Lupi acerca de la vida. Eso sí, con buenos diálogos y mucho humor. Pero naaaahhh, me paré en la baranda del piso superior, al lado de una amiga, y los escuché un rato, los aplaudí sin cesar y me quedé esperando que algo pasara.


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